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Dios te pague J. Balvin


—Mamá, tenemos que empezar un nuevo tratamiento con Pablo. Me dice su Neuropediatra.

­—y ahora, ¿Qué pasa?

—Pablo, está pasando por una depresión; tenemos que diagnosticarlo con depresión infantil.


Ajá, y ahora que putas sigue. Era lo que pensaba, mientras la doctora me hablaba de las nuevas citas con psiquiatría, el nuevo medicamento y de las herencias que uno no desea. Pero, como le explicas a un niño de siete años que tiene depresión, si ni siquiera, supo explicarle a mamá lo que sentía. Lo primero que hice, fue llegar a llenarle una pared de cosas positivas, primer error, pero, ¿Qué hacía? si era mi primera crisis siendo consciente de su depresión, lo intenté.


En las noches oraba para encontrar la manera de apoyarlo. Inicié contándole a las personas cercanas, con el propósito que entendieran un poco; al principio fue peor, porque nos señalaron, nos juzgaron, no falto el que nos echara la culpa por nuestra forma de criar; pero si algo me ha quedado claro en todo este proceso es que no somos culpables, simplemente, él fue un afortunado que escogió Dios, para enseñarnos miles de cosas y si, a veces duele y mucho, pero no podemos hacer nada, solo lo ayudamos, cuando creemos que nos necesita.


Explicarle a un niño sobre su depresión, es casi imposible, es más fácil contestarle ¿Cómo nacen los bebes?, ¿Qué es masturbación?, ¿Quién es el niño Dios?, o ¿Por qué existen niños muriendo de hambre, si hay un Dios? No encontraba la manera de darle respuestas, a su sufrimiento. A veces tenía unas preguntas tan puntuales, que me hacían temblar: ¿esas vigas soportan mi peso?, ¿ya sé a qué horas pasa el bus y si salgo rápido en la bici?, y la gente es tan bruta y tan metida, que se atreve a opinar, y es ahí donde uno entiende la frase de mamá, que dice: Nadie sabe lo de nadie. Sin embargo, sigo con la convicción de hacer público el diagnostico de Pablo, porque agradecería que me avisaran, si en algún momento lo vieran en peligro. Porque esta vaina, no es de días, no es de curar con los medicamentos, es una condición para toda su vida, ¿Por qué? Ni idea. A todo eso, súmele, las náuseas, los cólicos, el agotamiento, y demás malestares que da los medicamentos.

El año pasado inició una cuarentena, temí por Pablo, pero conté con la suerte que su cantante favorito, J Balvin lanzará su disco Colores. Pablo, tenía acceso a internet por lo de la virtualidad y no paraba de escucharlo, como eran nuevas las tarareaba.



Hasta hoy, las escucha una y otra vez como la primera vez. A raíz de ese amor, Comencé a seguir a Balvin en redes, y le iba mostrando a Pablo, cositas de él; Cuando anunciaba, una nueva canción, colocaba hasta alarma para no perdérselo, era hasta mamón de tanto que preguntaba, si había hecho una historia o un post. Moríamos de la risa, con José siendo José.


El disco de Balvin, lleno nuestra casa de colores, porque Pablo, no tuvo tiempo para pensar, en lo que no sabe ni que pensar, literal se llenó de colores, y cada nuevo lanzamiento se vestía de pies a cabeza del color de la canción, muchas veces se vio en problemas por no tener los colores, pero créanme que es de una creatividad absoluta, y siempre lo lograba.


Me enteré por las redes de Balvin, que estaba pasando por una crisis de depresión, y me dio como un dolor en el estómago, porque, eso es una mierda, pero vi en su mensaje, la oportunidad de explicarle a Pablo, que no debía sentirse mal, ni menos, ni solo, por su diagnóstic


o, que a veces la vida se encarga de darle luchas grandes a los más fuertes, y que mirara quien también sentía, lo que a veces él no podía ni explicar. Me miro, y me dijo:

—mami, escríbele que escuche sus canciones, que ayudan un montón. Blanco, Dorado, Negro, Gris, Amarillo y Rojo.


Durante varios días, se sintió un poco mal, extraño, indeciso, confuso, nervioso y solo oraba para que no lo agarrara, pero es inevitable, volvió a caer, pero esta vez fue diferente, porque sintió nuestro apoyo, al menos esta vez, sabía que las frases positivas, de superación personal no servían, entonces lo deje que escuchara música, que durmiera, incluso que no se bañara y que viviera el momento, porque tiene ocho años y debe de aprender a conocer una crisis, soportarla, entenderla y soltarla.


Círculo rojo en el perfil de Balvin, donde pedía oración por su madre, no sé, cuantas veces Pablo oro por ella y por Balvin, y una mañana nos encontramos con la gran noticia que estaba saliendo, y dijo:

—Ustedes no están listos para esa conversación.

Pablo le contestó:

—No, no están listos. Nadie sabe cómo es la cosa. Y me pregunto, ¿me deja escuchar música?

Y adivinen ¿Qué escucho?

Con esa respuesta que le dio a Balvín, comprendí que ya estaba entendiendo un poco lo que le pasaba, que fue una coincidencia bonita Balvin en nuestras vidas, que aunque él no nos conozca, logró hacer un gran trabajo en mi familia. Dios te pague José, por mostrarte tal cual eres, por abrir tu corazón, porque gracias a ti, mi hijo ha logrado entender un poco que es lo que siente, que no puede expresar, reconocer la depresión y cada que habla de ella, se refiere a ti, como si el diagnostico fuera el trofeo que comparte contigo, para él es un orgullo tener algo en común y aunque sea un sufrimiento, entendió: que eres real y que eres de admirar, Dios te pague, y no estás solo, por estos lados hay un niño que ve oscuridad, pero al final ve tus colores.










Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

​

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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