Prostituta en el día, mujer en la noche
- Leidy Ruiz
- 10 mar 2020
- 6 Min. de lectura
Mayerly 45 años de edad, con un cuerpo de una de 25. Ella antes de ser prostituta es una mujer con relación estable y feliz con otra de sus compañeras de trabajo.

A los 12 años de edad mi padrastro me violó, pero mi mamá nunca me creyó. Me daba miedo quedarme sola en las noches con él porque, ella salía a trabajar, era una prostituta y él era uno de esos vividores que no hacían nada. Las mujeres de antes eran unas bobas, pero bueno, gracias a Dios, eso cambió. Mi padrastro me obligaba hacer cosas feas y me dejaba, porque me amenazaba con pegarle a mi mamá. El tiempo pasó y no era tanto una violación, sabía iba hacer. A lo último ya no gritaba ni hacia nada para que no me pegara. Era como una tarea diaria del hogar. Una vez mi mamá estaba muy enferma y se devolvió del trabajo. Ese día vio como Oswaldo me violaba. Al principio, pensó que me gustaba, pero que va ese man estaba horrible. Mi mamá lloró toda la noche, me dijo cosas horrendas, y Oswaldo la casco esa noche y le dijo que yo era mejor mujer que ella, expresión que le dolió mucho. Dos meses después mi mamá, por fin, entendió que me violaba y me pegaba porque una vecina le contó que todas las noches gritaba, y que se escuchaba como tiraban las cosas. Entonces, hecho a Oswaldo, aunque no se aguantó y, como a los 15 días lo volvió a aceptar. No quise aguantar más humillaciones y, cuando tenía 15 años le dije a mi mamá que me enseñara a trabajar. Fue cuando me llevó para La Veracruz. El primer día me asusté demasiado, me pegué a ella, pero la perseguían mucho, por lo que termine al lado de sus amigas. Una de ellas tenía una hija, Mariana, con quien me entendí mucho. Mariana y yo, no nos prostituíamos si no que nos metíamos a la pieza de donde estaban nuestras mamas con los clientes y les robábamos arrastrándonos por el piso. Nunca pensaron que eran las mamas, porque también se quedaban sin pago, pero ¡Qué Va! Quedaban bien pagas. Como no quería volver a mi casa por Oswaldo, me fui a vivir a una pieza con Mariana. Ella salió de su casa ante los maltratos de su madre debido a que era lesbiana. Aún estamos juntas y somos la pareja más feliz del mundo. No ponga esa cara que sí, soy lesbiana. Al principio no lo era o, si lo era, no me había dado cuenta, Mariana despertó todo en mí. Además como me van a gustar los hombres si toda mi vida solo han querido sexo. Nunca en nuestra relación hemos decidido quién es el hombre o la mujer, aunque a veces soy la que más alega y por ende, soy la mujer. Además Mariana es la que más se mata trabajando. Siempre hemos vivido en la misma casa, bueno, primero dormíamos en una piecita que se la habíamos alquilado a una viejita que vivía muy sola. La viejita se llamaba Gertrudiz y le decíamos Gertru o, muchas veces, abue. No tenía familia, solo nosotras. Donde vivo es una casa muy grande queda en Prado. Es una casa vieja con patio en la mitad. La única compañía de la abue eran las matas y sus flores. Se murió hace como cinco años y nos quedamos con la casa, aunque, de verdad, nos da miedo de que alguien aparezca y no la quite, pero tenemos las escrituras. La primera experiencia que tuve con Mariana fue a los 16 años, cuando estábamos viendo televisión en la pieza de la abue y vimos una escena en la que se besaban. Nos fuimos para la pieza y me dijo que si me podía besar, que tenía muchas ganas. Le dije que no, pero me dormí. Cuando me desperté me estaba tocando mi vagina y me gusto… Lo bueno es que tenemos la misma edad, entonces nos gusta lo mismo. Hasta los 21 años trabajamos robando en con las mamás. Al principio, ellas nos ayudaban, pero cuando crecimos las cosas se complicaron, porque ya no era tan fácil entrar a la pieza, tanto que una vez pillaron a Mariana y le metieron una cascada que la dejaron de Clínica, fue la primera vez que me tocó prostituirme para poderla sacar de la clínica. Desde ese día, le cogimos miedo a robar y decidimos prostituirnos. La abue era tan hermosa que nos empacaba almuercito. Fue nuestra mamá de verdad, quien se preocupó por nosotras y nosotras por ella, la que nos lidió las enfermedades, las pataletas y las peleas. Incluso, La abue sabía que éramos homosexuales y no le importó; por el contrario nos dijo que nos admiraba porque era muy duro el trabajo que hacíamos. Al principio, Mariana era muy fastidiosa para trabajar, porque no le gustan ni poquito los hombres, en cambio, a mí sí me gustan pero solo para sentir porque la verdad se siente muy diferente, aunque, me gusta más estar con Mariana. A pesar de que no éramos prostitutas, la gente nos veía mucho por los lados de La Veracruz, por lo que fue fácil conseguir clientes. Además éramos jóvenes y hasta bonitas. Al principio, nos repartíamos para ir a trabajar, porque la abue estaba muy enferma. Yo salía por las tardes y Marina por las noches. Le gustaba más esas horas porque casi no había trabajo por ese sector. Además, en las noches había mucho problema y ella me cuida bastante. Cuando la abuela se murió, en 2002, nos dio tan duro que no salimos durante toda una semana. Era como una razón más para vivir. El velorio estuvo lleno de nuestras amigas, fue muy bonito y eso lo agradecemos mucho, porque para ellas es muy difícil dejar el trabajo durante unas horas, pues eran muchas las necesidades. Luego, salimos tres veces a la semana, pero siempre juntas. Nos buscan mucho para hacer tríos porque la gente sabe que somos pareja. Cuando a una compañera le ofrecen tríos siempre los mandan para donde nosotras, cada vez que sucede les damos el almuerzo en forma de pago. Salimos lunes, miércoles y viernes, porque los fines de semana son para nosotras y martes y jueves vamos al gimnasio, pues tenemos que estar lindas para nuestra pareja. Este cuerpo no es por obra y gracia del espíritu santo. La gente que viene es muy depravada, porque la mayoría de mujeres que trabaja en este sector ya está vieja. La historia en La Veracruz se repite. Porque, a medida que vas creciendo, una va subiendo por la cuadra. Cuando éramos niñas y ladronas nos parábamos en la parte de La Cascada, ahora, como ya tenemos más de 40, nos paramos acá, en la farmacia. Lo más teso que se vive por estos lados es ver como esposos de vecinas vienen a buscar diversión, o cuando viene la esposa con el marido a buscar mujeres porque quiere experimentar. Para esos tipos de trabajos Mariana es la experta. Cada una de las mujeres que pisamos a diario la Veracruz tiene alguna manía para volver locos a los hombres. Ser lesbiana y prostituta a la vez es algo muy difícil de afrontar, porque en el día que sos la prostituta es una obra de teatro, y cuando llegas a la casa y encuentras a tu mujer, con quien de verdad eres feliz, eres tú. Cuando dejo que un hombre me toque, lo recompensó cuando llego a casa. Tenemos un ritual y es que cada vez que llegamos, después de trabajar, nos bañamos y nos hacemos el amor para quitar las malas energías. Mariana es la más solicitada y la que más trabaja porque aunque no se crea, también nos prostituimos para las mujeres, y a ella, por ejemplo la siguen, desde adultas hasta de la tercera edad, incluso muchas con las que hicimos tríos cuando éramos jóvenes. Somos privilegiadas porque sabemos que lo que hacemos es para nosotras, porque no pagamos un arriendo, los servicio casi no llegan y el mercado es poco; en cambio la mayoría trabaja para sus hijos, un marido vividor o para sostener la mamá. También sabemos que no es lo mejor ni lo que más deja, pero muchas veces es el destino o el camino que nos pone la vida para salir adelante. Este es nuestro destino. En este momento, soy una mujer feliz, tengo todo lo que merezco, una linda casa, una linda pareja, un trabajo y, lo más importante, estamos ahorrando, porque estamos viejitas y no podemos quedarnos sin alimentarnos. Somos felices, nunca me he arrepentido de lo que he hecho o de lo que hago, lo único que me partía el alma era mi mamá pero ella no quiso venirse conmigo. Quería cuidarle la vejez pero lejos de Oswaldo que la sigue maltratando, pero esa es la vida que quiere y no puedo hacer nada más que visitarla cada vez que pueda. Es una delicia recordar las historias cuando robábamos. A lo único que le temo es pensar en manos de quién quedará la casita que nos dejó la abue, porque sabemos el sacrificio con el que ella la compró. La vida de prostituta es fácil, lo difícil es mantenerse toda una vida.
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