La mujer que inspira a mi hijo
Era el dÃa que estos pelados tenÃan que ir disfrazados a sus clases de bicicross, los mellizos por primera vez hacÃan un poco de caso y seguÃan las indicaciones, para ese momento mi corazón ya estaba inflándose de emoción y orgullo. Creo que sus disfraces le dieron poderes.
—Mami, mire es Mariana Pajón y el Esposo; le digo con una voz de emocionada
A lo que mi mamá responde:
—¿si? Deje la bobada… No creo, ¿tan sencilla?
—SÃ, ma es ella, mÃrele la cicla, y el esposo es el que trae la maleta.
Con una sonrisa del tamaño de su corazón, Mariana Saluda a todos los que estábamos ahÃ, Para ser sincera, a mà me latÃa el corazón tan fuerte y estaba tan emocionada, que mi mamá me regaño varias veces. Le conté, que era una nobleza y humildad total, que la vez que realice la producción para el video de la chagua en el 2015, tuve la oportunidad de conocerla, y tener su cicla en mis manos; me creÃa mucho por eso, y no paraba de hablarle de ella. Cuando uno tiene alguien que admira a su lado y a eso súmele que es famoso, uno se quiere orinar a góticas, bueno eso me pasa a mÃ.
—David, ¿Ya recogió a Pablo?, le pregunte por teléfono
—sÃ, ya vamos para la clase; me contesto
—Muévase, que acá esta Mariana Pajón, para que Pablo la conozca.
—Pues si alcanzamos bien, si no también
De la puteria de la respuesta, colgué, y empecé a sufrir y a rezar, para que en la reunión que tenÃan no se acabara. Ella seguÃa encerrada pero podÃamos verla a través del vidrio, pero por ratos se paraba y yo fruncÃa para que no se fuera a ir, a los mellizos les explique quien era, pero solo tienen tres años y de esas cosas no entienden mucho, bueno, al menos ellos. Mi pie se movÃa inconscientemente, las manos no sabÃa dónde ponerlas, y era por el desespero que sentÃa porque David y pablo no llegaban. Solo pensaba en que si yo estaba emocionada, no me querÃa imaginar lo que podÃa sentir pablo, que gracias a ella empezó a amar la bicicleta, y esa vez que la conocÃ, le enseñe la foto a él y la miraba y sonreÃa no querÃa soltarla, ahora viéndola en directo.
—Pablo, hola: ¿cómo te fue en el colegio?, pregunte
—Bien mami.
—Pablo, imagÃnate que allá esta Mariana Pajón y Vicent, termine la frase y Pablo desapareció.
Lo encontré arrodillado en el piso, con sus manitos junto a su cara y su cara pegada al vidrio, lo llame, volteo a mirarme y tenÃa la sonrisa más linda que he visto, de esas que se confunden con el brillo de los ojos, como decimos de oreja a oreja. Entonces llego David.
—¿Ya se fue? Me pregunto
Le conteste que no, que mirara donde estaba Pablo. Fue se percató que Mariana estuviera allÃ, y también me añadió una gran sonrisa.
—Prepare la cámara que esta que debe salir. Le dije a David
Pasamos alrededor de una hora, sentados en un banquito de cemento esperando el momento; Mariana salÃa por momentos de la oficina para hablar por celular, o saludar a las demás niñas selección Colombia, pero Pablo temblaba literalmente al mirarla y nunca pudo decirle nada, el volvÃa a su puesto a mirarla a través del vidrio, en un momento Pablo se levantó veloz de su puesto, y fue y me abrazo tan fuerte, le mire los ojitos y los tenia aguados.
—¿Qué te paso?, le pregunte
—Mamá, Mariana me saludo. Me saludo con la mano. Me vio. Me lo dijo casi llorando.
Y entonces vi también a David como parado frente a la salida no soltaba su celular para el gran momento, Pablo al verla nuevamente no fue capaz de hablarle. Toco la intervención del papá.
—Mariana, me regala una fotico con el niño. Dice David
—Claro, nos dice Mariana de nuevo con esa sonrisa que la caracteriza.
—Mamá, Mariana me abrazo. SonreÃa Pablo.
—ve y dile que te firme el casco, Le dije
Llego a la oficina y no estaba, ojitos tristes, pero la niña del escritorio, pudo ver todo lo que pasaba con Pablo, y fue un ángel para él, porque cuando volvió aparecer Mariana lo llamo disimuladamente y le entrego un sharpie negro. No sé quién le pidió el favor a Mariana, lo que sà sé, es que el tesoro más grande que tiene mi hijo en este momento. Cuando salió, Vicent de la oficina, Pablo lo miro como si fuera un gigante, subió la mirada y sonrió, y se ganó un abrazo de otro grande.
Es que ustedes se imaginan, uno a la edad de ​​siete años conocer uno de sus Ãdolos a seguir, que lo abrace, Le dé una sonrisa y hasta autógrafo, eso es demasiada emoción para un ser tan pequeño. Mariana, Vicent, y tres chicas de la selección, iniciaron con entrenamientos en las misma pista que Pablo entrena, él no la creÃa, nos fuimos a verlos desde las graderÃas, y no sé, quien estaba más emocionado si Pablo o David.
—Amor, es como si yo estuviera viendo a Messi.
Se alcanzan a imaginar la emoción que podrÃa sentir Pablo en el corazón, entonces sale el papá que siempre quiere que sus hijos sean los mejores:
—Pablo, mira la velocidad de Vicent
—Pablo, mira como hace el peralte
—Pablo, mira que no frena.
Y Pablo miraba atentamente, y uno creerÃa que estaba mirando las técnicas; pero el solo decÃa:
—parecen volando.
—wow, gritaba, aplaudÃa y no les quitaba el ojo de encima.
Llego la hora de la clase de Pablo y es tan de buenas, que Mariana no habÃa salido de la pista, y se encontraron en el partidor, Pablo no le importo meter su cicla por donde fuera con tal de estar al lado, hacia sus ejercicios pero cada que podÃa estar cerca lo hacÃa, incluso siempre sale por el lado izquierdo pero esta vez el derecho fue su mejor opción. Creo que Vicent, supo lo que querÃa Pablo, porque en un momento él se corrió para que