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La abuela Viejita

Cada que la veo, solo me inspira ternura, ganas de abrazarla, porque me brinda una tranquilidad única, no sé si es por su experiencia, por una vida dura que llevo y a pesar de todo, las cosas pasaron, y ella ahí firme, me encanta preguntarle cosas, porque siempre me hace reír, es una abuela, compinche, una abuela coqueta y sobre todo alcahueta, de esas que enrollan en billetico para los nietos y ahora a sus bisnietos


Hace poco mi hijo Pablo, de siete años, dijo que la amaba mucho, “Amo mucho a mi abuela la viejita”, él aún tiene el privilegio de poder abrazar a la bisabuela, de verla reír, aunque no sea el más cariñoso, puedo dar fé que la ama, que la disfruta y la tiene en sus oraciones. Hace poco, nos metió un susto gigante, su salud andaba regular, lograron estabilizarla y la consecuencia fue conectada 24/7 a oxígeno, sin embargo eso no la hace desfallecer, antes vive orgullosa de seguir adelante pese a los obstáculos, que la ha tocado sobrellevar, pero quizás el de estos días hace que mi admiración y las ganas de tener al menos la verraquera de ella, se multiplique a mil.


En realidad no es mi abuela, es la abuela de mi esposo, una mujer, cariñosa, fuerte como un roble, la que según mi esposo hacia el mejor huevo revuelto, y la que me sede su trono (la Silla reclinomatic) cuando voy de visita, una mujer con mil historias que contar, con una cara hermosa y una sonrisa contagiosa, y un corazón grande, tan grande que me hace enorgullecerme de tenerla en mi vida, no es mi abuela biológica, pero como todos los que llegamos a la familia Idarraga queremos ser adoptados por una abuela como esa, no tengo la fortuna de tener a mis abuelas con vida, pero tengo la dicha, el placer y el honor de tenerla a ella, a la abuelita viejita, y lo más importante en la vida de mis hijos.



Le suena el teléfono a David el 12 de Julio, era un primo contándole que su tío Jairo el de Venezuela, que había estado en Diciembre disfrutando de la familia, había fallecido, la verdad pensamos en la abuela, y me puso a pensar… ¿Cómo será de duro enterrar un hijo?, recordé el episodio de diciembre con Emilio, y di tanta gracias a Dios, que solo me imaginaba la tristeza que podía invadir a la abuela, no creo tener las agallas suficiente para afrontar un dolor de esos. Ella ya había despedido a tres hijos, Nazareth, EL Paisa y a Raúl, y creo que uno va perdiendo un poquito de corazón con cada noticia de esas. Cuando la volvimos a ver, nos dijo “ah mi Jairo, se fue”, a uno se le encharcan los ojos, pero trague para no trasmitirle tristeza, sin embargo nos contó que estaban haciendo vueltas, para que sus cenizas quedaran en el Osario de la familia, acá en Colombia, en el barrio que vio tantas luchas de la abuela. Y ella aunque muy triste, muy valiente y con la cabeza en alto.


La siguiente vez que fuimos a verla fue a darle el pésame por Olga, su hija la mayor, que padecía de un cáncer bastante agresivo, tan solo tuvo 17 días para asimilar que había perdido un hijo, y ahora a su hija, que dolor, a Olga pudo tenerla en sus brazos, despedirla, agradecerle, perdonarle y abrazarla hasta que dio su último suspiro, uno no sabe que es más duro, verlos partir o que lo tomen por sorpresa, ninguna de las dos para mí. Cuando llegamos donde la abuela, “Se me fue Olga, ya está descansando”, me dice, vuelva y trague saliva y abrácela, nos contó como la cargo, como se despidió y como murió. De verdad que la miraba y pedía a Dios, un poquito de su verraquera, un poquito de ese amor de madre, un poquito de voluntad y un poquito de su ejemplo, para convertirme en un buen ejemplo, para mis hijos; porque me he visto derrumbada por unas estupideces que me da hasta pena, y ella ahí fuerte asumiendo que no volvería a ver a sus muchachos, de verdad es que me falta tantas guevas para afrontar la vida, verle el lado amable, aunque sea un mal panorama, en fin sabiduría ruego a Dios, para que mis hijos me vean fuerte.



Llegue a la sala de velación, y ahí estaba ella, con sus ojitos aguados, con la mirada perdida en la tristeza, en sus labios oraciones por el eterno descanso, sus pies hinchados, pero al borde del cañon, agradeciendo a cada persona por el acompañamiento, con abrazos y una pequeña sonrisa. La miraba en silencio y pedía a Dios que si algún día el decide, que tendría que vivir algo similar me de la fuerza, el valor para hacerlo como lo hacen las abuelas, y debe ser porque han hecho un buen trabajo, libre de culpas, con un amor infinito, sin remordimientos.


Salí a caminar un rato por el cementerio, necesitaba salir de la sala, porque para los que me conocen, saben que me da un miedo en todo el cuerpo y no soporto el escuchar las oraciones pidiendo el eterno descanso, me da pánico mirar los muertos, porque es como si estuviese ahí atrapada en ese cajón, me da risa el show y los espectáculos de amor que se hacen ese día, las falsas condolencias y las flores que no se pueden disfrutar, así que me cogió el miedo y Salí a caminar, definitivamente sigo con la idea que me cremen, que me siembren y que pueda florecer, aunque el cementerio es un lugar lindo, hay tumbas que generan tristeza y saben que pude descifrar, en la mayoría de lapidas que dicen: Hijo u Hija, has partido etc… aún son cuidadas, tiene flores, limpias y se puede ver que hace poco fueron visitadas, pero en las que decían madre, son olvidadas por completo, y eso solo me dice que el amor de madre, va más allá de la muerte.



La abuela como siempre estuvo impecable, divina, radiante, aunque la tristeza invadiera por completo su alma, pudo al fin tener a sus muchachos juntos, en la iglesia y q


uedo tranquila, y pido a Dios, a la vida y a ella, me permita algún día preguntarle ¿Cómo hace?, para ser tan fuerte, para levantarse tantas veces victoriosa y lograr que las dificultades sean un aprendizaje y no una excusa, ¿Cómo hace? para derrochar tanto amor, Dios quiera que me dé la respuesta, para algún día podérsela dar a mis nietos.


Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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