top of page

Se adelantó el niño Dios

  • Leidy Ruiz
  • 19 nov 2018
  • 5 Min. de lectura

“Ma, ¿puedes darme la devuelta?” me dice Pablo, mientras terminaba de pagar en un supermercado del barrio que me vio crecer, Castilla. “Pablo, para que la necesitas” conteste mientras mi mirada se iba para donde estaba su atención. “Mamá, es que ese niño, le está diciendo a la mamá que tiene mucha hambre, y si me das la devuelta yo se la doy, para que compre algo”. Como puedes resistir ante tal petición. Camino hacia ellos y le agradecieron con un confite. Pablo, se marchó feliz.



Continuamos el camino, pero Pablo se veía más distraído de lo normal, pensativo y triste. Recogimos a los mellizos, y cuando estábamos en el carro de regreso a nuestra casa, que queda al otro lado de la ciudad, rompe el silencio y me dice. “Mamá, ya se lo que quiero para niño Dios”. Esta pregunta era muy frecuente últimamente en casa, y nunca nos dijo nada concreto; ese día pensé; por fin “Mamá, cómo le digo al niño Dios que no quiero juguetes, que lo que necesito es Plata”... “¿Cómo así? Pablo, ¿para qué Plata?”; “Mami, es que quiero quitarle el hambre a las personas más necesitadas, y a los venezolanos”. Hubo silencio incomodo, y pensé; la inocencia es bella “cuéntame Pablo, ¿cómo lo vas hacer?, si el niño Dios te trae plata, son muchas las personas que necesitan ayuda”, “Mamá, cuando me traiga la plata, compramos cosas para hacer sanduche, porque eso es lo que se cocinar, nos vamos caminando por las calles y el que nos encontremos con hambre le damos sanduches, fácil mami”. “¿Y si nos falta gente?”, “Mami, si nos falta gente le decimos a la gente que no ayude a ayudar a los necesitados”; “Listo, amor va para esa”.



Se me hinchaba el pecho de tanta alegría, de tanta nobleza y de amor por ayudar a los demás, que hijodeputa alegría y orgullo saber que ese niño de 6 años con ganas de calmar el hambre, es hijo mío. Así que el niño Dios, escucho su suplica y llego un mes antes. Le dejo una nota donde agradecía ese gesto tan hermoso; Pablo hizo su respectivo show, se desmayó, no lo podía creer, en cuestión de minutos estaba listo, para iniciar las compras. Cuando bajábamos por las calles del barrio Castilla, iba pendiente de cuantas personas necesitarían el sanduche, pero estaba triste porque la familia por la que él, quería hacer los sanduches, no estaba en Dinastía. Sin embargo continúo con una buena disposición y al llegar a la distribuidora dice, como si fuera una maquinita “Hola, me da por favor Jamón, pan, queso, servilletas y algo en que envolver”. Recibió su pedido y al ingresar a Dinastía para comprar los jugos, pudo verlos ahí, parados con la pancarta, pidiendo la ayuda de los demás, esa imagen hizo que Pablo, caminara rápido, cogiera fuerzas y fuera feliz. “Mamá me sobro este billete y estas monedas, las voy a guardar para comprar cositas par mi”… “Pablo, eso no lo puedes hacer porque esa plata está destinada para los sanduches, ¿qué Crees que va a pensar el niño Dios?”. “Ah ma, entonces le voy a decir que se los dejo en el árbol y que si los deja ahí son para mi”.


Con la ayuda de la abuela, las tías y nene, logramos realizar 15 sanduches, que no quitarían el hambre, pero harían a alguien feliz, incluyendo a Pablo. Al inicio sintió pena, hablaba entre los dientes ofreciendo los sanduches, muchísimas personas, al vernos, cambiaban de cera o simplemente nos ignoraba, pensando que estábamos vendiendo, se siente mal; otras miraban a Pablo y se burlaron por su canasta, escuche decir “Caperucito”, pero él estaba tan metido en su cuento que no pudo percibir nada. “Hola, quieren sanduche” Les dice Pablo, él niño que aparentemente tiene su misma edad, no dudo en contestar si, sus padres en cambio más tímidos, no contestaron; Pablo entrego el primer sanduche a él, su amigo como él le dice, el a cambio le da una sonrisa de oreja a oreja. Toco intervenir y explicar, que para los papas también había sanduche. “Dios les pague” contestaron. A menos de un metro un sanduche más, para un señor que bostezaba e intentaba vender confites, este a cambio le dio a Pablo un confite de bombón. “Esto está muy vacano mamá, me dan cositas”. Luego en la esquina otra familia, esta vez con una bebe en brazos y una guitarra en la espalda “Quieren sanduche” dice Pablo, “No niño, gracias no tenemos platica, antes dígale a la mama que si nos ayuda comprando estas galletas” dice el Padre de la familia, “Tranquilos, cojan tres sanduches que mi hijo los hizo para compartir” conteste. La madre saca tres y me dice que si conozco a alguien que necesite trabajadores, lastimosamente contesto que no. mientras tanto el padre le cantaba con la guitarra una canción a Pablo que creo que decía así “Gracias hermano colombiano por ayudarnos, gracias por pensar en nosotros, gracias hermano”.





“Mami, me dan confites, me cantan canciones, la gente tan bonita” me decía, mientras seguía cargando la canastica cargada de sanduches. “Mami, nos


otros buscando personas para dar sanduche y mi tio Richard ahí, de pronto tiene hambre”, y empezó a gritar Tío, Tío Richard, “Hola tío, venga coma sanduche yo los hice”, el tío paso la calle, se dejó tomar la foto y abrazo a Pablo dándole las gracias, seguimos caminado hasta la farmacia Santa Mónica, “Quiere Sanduche” dice Pablo, “No gracias hijo, no tengo Plata” contesta el viejito que cuida las motos, “Hágale tranquilo que yo invito” se rio y le dijo “Gracias niño, me quito el hambre ya me estaba doliendo la cabeza”.



En media hora nos quedaban tres sanduches, cuando de repente Pablo empieza a correr detrás de una niña y un hombre, “Quieren sanduche”, “Gracias, pero no tenemos plata” contesto. “Tranquilo, es para ustedes, mi hijo los hizo para compartir” conteste “¿De verdad?, que alma tan bonita… pero sabes que nosotros acabamos de comer buñuelo y gaseosa, que una señora nos dio, busquen a otra persona” contesto. Alma bonita la de él, una persona necesitada, pensando en ayudar a los demás. “Tranquilo empáquelo y se lo lleva para la noche, ella si quiere ¿Cierto?” dice Pablo. Y así fue, con él en particular, se quedó hablando y le dio a la niña el dulce que le habían dado, y se rio cuando vio que su papá, vendía de los mismos. “Listo Pablo, terminamos” le dije. “No mami, terminamos por hoy, pero esto sigue hay que empezar a ahorrar y pedir ayuda a los demás, porque son muchos los que necesitan” me dijo. En que nos hemos metido, pensé… pero todo vale la pena, por verlo sonreír.


“Mamá, el niño Dios me dejo la devuelta”, “Que bien amor, guárdala”.


 
 
 

Comentarios


Mis  Garabatos
IMG_20210108_165858_1.jpg

Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

bottom of page