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Me quede con las ganas de la niña

No sé porque siempre quise tener una niña, que se llamara Gabriela, nunca pensé nombres de niños, porque estaba convencida que iba ser Gabriela. En mis dos embarazos deseaba niñas, y no voy a negar que cuando me dijeron que era Pablo, sentí arrugar el corazón, pero empecé a pensar que un niño era mucho más económico; que me libraría de la fiesta de 15, lloradas por novios, manicure y pedicura cada 15 días; como se dice, un pajazo mental para entender que la situaciones por las que uno pasa son mejores, de las que uno deseaba.


Cuando iniciamos la búsqueda de nuestro segundo hijo, recurrimos a métodos que supuestamente ayudan a que sean niñas, según tu ovulación; y cuando dijeron son dos, pensé, “aquí si debe estar la niña”, pues toda nuestra fé, estaba intacta y además, eran dos oportunidades, pero sorpresa cuando dijeron son dos niños. Y volví a pensar que me liberaría de peinar, de cambios hormonales, de vestidos, y que mi ropa, zapatos y maquillaje no los tacaría nadie.


No niego que me hubiese encantado haber tenido una mujer, ¿Por qué? Creo que puede ser más compañía, más amistad, complicidad, y demás; pero, con estos tres hombres he aprendido que el amor es incondicional, que no importa si no voy a tener con quien compartir mis toallas higiénicas, y que quizás no sea un amor tan meloso, pero estoy segura que es un amor real.


Ser mamá de tres hombres, es vivir apretando culo porque se van a caer de todas las partes que se montan, es recurrir con más frecuencia a los hospitales, es hacer ejercicios todo el día detrás de ellos, es reírse a carcajadas, es mirar el mundo, desde una perspectiva más real, sin tanto drama, es tener que ver caricaturas de monstros, súper héroes, carros, osos que hablan y extrañar tus princesas de cuentos de hadas y tu sirenita enamorada, es aprender a ver fútbol, deportes, historia de guerras, películas de acción y al final uno se va encarretando.


La vida me dio la oportunidad de criar y ayudar a tres hombres a ser felices, pienso que si no me dieron la oportunidad de tenerla, es porque no soy apta para criarla, viviría despelucada; y quizás, no me habría enseñado, todo lo que día a día aprendo con estos pequeños garabatos. Creo que me aferre a la idea que tener una hija mujer, era sinónimo de nunca sentirme sola, porque podríamos ir a hacer cosas de niñas, pero ahora que tengo en préstamo tres hombres, estoy segura que con la ternura de Emilio nunca voy a estar sola, quizás ese sea el que me llame a diario a preguntar como estoy, con Joaquín siento que voy a aprender a manejar mis miedos, a no sentirme insegura, a reírme de lo que pasa y no prestarle atención al mundo y con Pablo vivir la vida intensamente, a ver las cosas desde otra perspectiva, a entender que la meloseria no es amor, él es el que me hace más fuerte día a día, el que con su indiferencia me demuestra que el amor es incondicional, que a pesar de tener una condición diferente, todos tenemos la posibilidad de ser feliz, y a veces un poco de maldad es divertida.


He aprendido además que: los niños lloran, hacen pataletas con tirada al suelo y todo, ayudan en casa, son muy frágiles, son de sentimientos muy puros, los juegos bruscos son divertidos, son privilegiados el poder orinar parados, no se puede dar papaya para un cargamonton, necesitan de abrazos para dormir, las camisas de fútbol es la mejor prenda para vestir, los zapatos no duran, crecen a millón, y las historias son asombrosas.


Creo que el miedo a sentirme sola porque tengo tres hijos hombres, lo debo dejar y disfrutarlos ahora que puedo; que está en mí enseñarles sobre la unión familiar, el respeto, tolerancia, frustración y el amor, para que nunca, ninguno de nosotros lleguemos a sentir la soledad.


Ser madre es complicado, hubo dolor cuando las pruebas de embarazo salían negativas, duele como un hijodeputa las contracciones, pero hubo placer cuando puje y al fin salió, la cesárea duele, duele y vuelve a doler, prefiero pujar mil veces; es difícil aceptar tener un cuerpo con marcas de batalla, duelen las manos de tanto canguriar, duelen los consejos cuando te dicen que eres mala madre, cuando te hacen sentir que estás haciendo las cosas mal, duele no dormir bien, duele decir no, duele los castigos, duele darse cuenta que crecen, pero también acepto que es lo mejor, la experiencia más grande, no todo es color de rosa, pero en mi casa todo es color azul, y espero no convertirlos en príncipes azules, pero sí que sean unos hombres felices, capaces de afrontar las frustraciones y hacer feliz a una mujer.



Hoy doy gracias a Dios, a la vida y David, porque aunque no pude conocer a Gabriela, tengo el privilegio de escuchar tres vocecitas llamarme mamá.



Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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