No es justo con un niño.
- Leidy Ruiz
- 13 jun 2018
- 7 Min. de lectura

Fue un día difícil para mí como madre, nadie quiere ver a un familiar enfermo y mucho menos un hijo; pero el dolor que sentía mi hijo es incalculable y no era un dolor físico el que lo hacía llorar, era un dolor emocional, el que hizo que Pablo, llorara en urgencias y alertar a los enfermeros.
Sábado 09, ocho de la mañana: “Ma, me duele el corazón”, me dice Pablo, con los labios moraditos. Así, inician las crisis asmáticas. “Tranquilo ya te hago un rescate” conteste. Para ese día teníamos planes en familia, ver la final del futbol colombiano en la casa de la abuela, ir al cumpleaños del cale y terminar en la fiesta sorpresa de la tía Cecilia; “Ma, estoy muy mareado” me susurra Pablo, ya no tenía aliento. Ya íbamos a terminar el segundo rescate y no había funcionado, así que tome el saturación y para sorpresa no había subido, por lo contrario había bajado, eso mide el porcentaje de oxigeno que llega al cerebro, lo normal es mayor a 94, y Pablo en ese momento la tenía en 89. “Amor, cuando llegues nos vamos para urgencias con Pablo, la saturación está muy bajita” le mande un mensaje a mi esposo, y así fue.
Pablo Restrepo Ruiz, llaman de un cubículo. “Nosotros” conteste. Para ese momento Pablo, estaba somnoliento, labios morados, sin fuerzas y con retracciones demasiado marcadas en su cuello y costillas. “cuénteme mamá que le pasa al niño” me dice el APH, mientras contaba, lo revisaban y cuando miraron su saturación, lo tomaron en brazos y lo ingresaron a un cuartico; llegaron dos médicos, dos enfermeras y desde afuera me temblaba el alma; sale un médico y me explica que requiere de oxígeno, porque su saturación estaba en 85 y que están haciendo lo posible para que no haga una hipoxia, cuando esto se da, se pueden quemar neuronas y traer problemas serios.
Se demoró alrededor de media hora, estabilizar a Pablo con una saturación al límite que correspondía al valor de 90, “mamá, nos vamos hacer en la sala ERA, ya pablo está estable, vamos a iniciar con ciclos de nebulizaciones, aplicarle medicamentos para los pulmones a través de la vena y no le deje quitar el oxígeno”. Me dice la doctora Pediatra de turno. En esta sala había seis enfermos más. Cuando ingresamos a la sala, el papá de una enferma, a quien llamaremos señor dice “Quítese esa camisa, y veras que se alivia… eso es lo que lo tiene enfermo”. Pablo, tenía la camisa de su equipo favorito Nacional, que ese día jugaría la final. Pensé que era solo un chiste de mal gusto, pero esas cosas no se dicen, y menos a niño que está enfermo y que por cierto le tocara perderse la final porque esta hospitalizado.
Transcurrían las horas, y a urgencias llegaban más personas con la camiseta de nacional, todos hablaban de lo mismo, la final; todos querían salir corriendo para verse el partido. Y los comentarios del señor, seguían, no soy una mujer de futbol, no peleo, ni discuto por un equipo, soy de las que me da lo mismo, si gana o pierde; pero este señor me tenía al borde de la locura, no soportaba sus comentarios para Pablo, “niño, de verdad quítese esa camisa, y la botamos. Esa camisa es la que no lo deja respirar.” Decía el señor y terminaba con una sonrisa burlona, estos comentarios empezaron a molestar a Pablo, y ya ni lo miraba cuando hablaba; las personas que habían en la sala al principio le celebraron sus cometarios, pero después de cinco comentario ya todos estaban molestos, incluso hubo un enfermo con camisa de nacional que dijo “eh, parce, no lo jodas más, él es un niño, tiene una ilusión, el ama a su equipo déjalo en paz”, a lo que agregue “Déjelo que está respirando por la herida” . Y Pablo ansioso solo preguntaba cuántas horas faltaban para salir del hospital e irse con su papá a ver la final; cosa que no paso; “Mamá, a partir de este momento Pablo queda hospitalizado porque no responde bien al tratamiento, su saturación está al límite y así no lo podemos mandar para la casa, así que acompáñeme lo acomodamos en otra parte, mientras nos dicen a qué hospital lo podemos remitir” la doctora termina de decir, y Pablo esta con os ojos aguados abrazándome; pero pensé que había terminado el martirio con este señor.

En la nueva sala que estábamos estaba Pacho, el nuevo mejor amigo de Pablo, era un acompañante de una señora que tenía una ulcera, estaba todo vestido de rojo, y tenía algo en su cabeza que Pablo no dudo en preguntarle, “Porque tiene eso en la cabeza, usted es robocot”, a lo cual Pacho contesto “No hijo, eso es un audífono, con un imán, tengo uno por dentro y el otro es este, mire quítemelo”, Pablo no dudo en hacerlo, y empezaron hablar, y por supuesto llegaron al tema de nacional. “pero ¿si usted es hincha de nacional, porque esta vestido de rojo?” pregunto Pablo, “hijo, lo que pasa es que yo me iba a poner la camiseta del verde a la hora del partido, pero como la cucha se enfermó me toco venirme así”. Contesto pacho. Di gracias a Dios cuando me di cuenta que era del Nacional.
En medio del chisme que se hace en urgencias, con los acompañantes, llega el señor y dice “metió gol Tolima, van a perder”. Pacho sin saber lo que había pasado en la otra sala dice “tranquilo Pablo que estamos es empatados”. En urgencias no hay televisores, todo era por radio o celular, Pacho, salía regularmente a ver el partido, y se le atravesaba uno que otro aguardiente. “Mija cierto que pacho huele a trago, a mí me da un miedo cuando toma porque se vuelve brusco” me dice doña Gilma la mamá de Pacho, le conteste “lo voy a oler y le cuento” obvio ya sabía que era verdad, pero le dije eso para no preocuparla.
Pablo estaba muy ansioso, quería salir corriendo, a ver el partido, y porque el oxígeno le estaba picando, entra pacho emocionado a la sala y lo abraza y le dice “Metió gol, Nacional ahí vamos ganando”, y volvió a salir, no dio tiempo, ni de olerlo, ni analizarlo, ni nada, solo fue a darle la súper noticia a Pablo. Pero al rato llega el señor “Niño ya sabe que se van a penaltis, Gol del Tolima” le conteste “No necesitamos narrador, muchas gracias”. Pablo seguía saturando en 89, el desespero y ansiedad que sentía no dejaba que mejorara, “Ma, mira un mensaje del papá”, “Escúchalo” le dije ya sabía que decía. “Amor la copa se la gano Tolima, no todas las podemos ganar, no estés triste que vienen más” decía el audio del papá. En ese momento ingreso Pacho, y lo vio llorando, “hijo no se preocupe, por eso nosotros tenemos un buen equipo” y empezó a contarle como fueron los penaltis y poco a poco fue calmándose, porque de verdad Pacho tenía magia con Pablo, logro calmarlo y animarlo. Mientras el narraba, solo miraba la maquina a la que Pablo estaba conectado y la saturación no mejoraba, antes bajaba, la ansiedad que maneja Pablo por tener TDA es diferente a los demás niños, así que ese número no subía, por más oxígeno, droga y nebulizaciones, tenía que calmarse para estar estable. Odie el futbol, con mi alma.
“Vio que le dije, perdieron que pesar, eso llore porque que más” dice el señor mirando a Pablo, “No más” grite, “Cual es la maricada, déjelo en paz, no ves que es un niño, métase con uno de su tamaño” contesto Pacho, nuestro héroe vestido de rojo. Se paró de la silla, y pecho a el señor; mi reacción fue pararme a coger a pacho, porque recordé lo que me dijo doña Gilma, él se pone brusco, la reacción de Pablo fue llorar inconsolable del miedo que tenia que se armara una pelea. Un enfermero, llego cogió al señor y le dijo “Es increíble que el odio que a usted le genera un equipo se lo trasmita a un niño, que no puede respirar, también soy hincha de otro equipo, pero respeto la derrota del nacional, permítame y se sale de la sala de urgencias y llame a otra persona para que acompañe a su hija”.

Pablo, se fue calmando lentamente, ya me hablaba era del hambre tan verraco que tenía y de la emoción que tenía de montar en ambulancia; eran las 2:45 de la mañana, Pacho se quedó dormido en los pies de su mamá, y a Pablo lo disponían para remitirlo al San Vicente, cuando salíamos, la hija del señor se arrimó y dijo “Disculpen a mi papá”; “Tranquila, Dios quiera que te mejores” dije. Cuando salíamos, el vigilante que se había dado cuenta de todo dice “Chóquelas parcero, tienes el mejor equipo del mundo, los felicito, y no deje nunca que nadie hable mal de su equipo a defenderlo, dígamelo a mí que vivo en esas porque soy del Medellín” me reí y Pablo volvió a sonreír esa noche. Al salir estaba el señor, Pablo se tapó la cara, y el señor la agacho. En la ambulancia Pablo volvió a recaer, no sé si fue por el susto que le genero volverlo a ver, o por el esfuerzo que hizo para montarse a la camilla.
Es increíble, lo que pasa cuando los demás no respetan que ames un equipo diferente, los mensajes de odio, las burlas de los demás, los insultos, pero lo más increíble a mi parecer, es que ya no respetamos, ya no importa si es niño, adulto, anciano, lo que prima es burlarse del dolor ajeno, independiente cual sea tu equipo favorito, me dolió el alma ver a mi hijo triste, y que se pusiera tan mal, por una final, pido a Dios que no se vuelva fanático al futbol, que lo vea como un deporte, ruego a Dios que no sea de los que les grita al televisor, se enojen, griten, se pongan malgenio, por un partido, ruego a Dios que los sepa disfrutar, que valore el esfuerzo que hacen los jugadores en la cancha, que admita la derrota y suplico que nunca ofenda e irrespete a alguien porque no piense, no le guste o sea diferente a él.

“Pablo, al menos quítate esa camiseta ya, te la cambio porque está sucia”, le dije, porque ya era domingo. “No mamá quiero que todos sepan que soy hincha del Nacional, así hayan perdido”. Contesto mientras terminaba le daba un beso a la camiseta, fueron tres días hospitalizado, ya estamos en casa y la saturación subiendo poco a poco, ya vamos en 95. Lo importante aquí es sea feliz y deje ser feliz.
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