Fui su novia, pero soy eternamente su hermana
- Leidy Ruiz
- 31 may 2018
- 8 Min. de lectura
Comenzar a escribir sobre él, es complicado porque escribir desde el corazón hace que lo más profundo salga de ti y es tanto por agradecer, que se siente el alma feliz de poder pertenecer a su familia.
Cuando llegue a este mundo, él me llevaba nueve años de ventaja, todos mis recuerdos son de travesuras, bromas, risas y uno que otro llanto. Él cuidaba de mí, como si fuese la más preciada porcelana, y aunque nunca ha habido meloserias de parte y parte, sé que ambos damos la vida por el otro. Ha sido mi cómplice, fue mi novio, mi tormento, y siempre será mi hermano.
Cuando me dirijo a él siempre le digo pa, porque fue la figura varonil que había en la casa y lo vi como figura paterna, siempre grande, fuerte y noble. Admiro su humildad y la forma de ayudar al otro, hasta el punto quedarse él sin nada. Miles de historias nos unen.
Juan, es mi hermano mayor, el grande, el fuerte, y aunque nuestro padre no es el mismo, nos une una mamá maravillosa, a la que muchas veces pusimos en aprietos; la que nos veía y daba gracias a Dios por cada uno, la que se reía a escondidas o la que se hacía la boba.
“Lagaña, ¿cómo le fue?”; me dice Juan, cuando llegue a casa después del colegio. “Bien”, conteste, siéntese que le tengo una noticia muy triste, me respondió. Solo grite “Ma”, pensando que se trataba de ella, desde lejos escuche que contesto, y dijo; “Juan deje la niña quieta”. “Lagaña, le tengo que contar una cosa muy triste pero no se preocupe que todo está bajo control”, me abrazo. Lo mire y me dijo, “Salserin, tuvo un accidente y están muy mal, el avión en el que iban se estrelló”. Recuerdo que empecé no a llorar, a bramar, como dice mi mamá. El día anterior había sido el concierto de Salserín en Medellín y era mi grupo favorito en ese momento, y no pude ir por razones económicas. Mi cuarto el que compartía con él, estaba lleno de afiches de salserín, a él le molestaba, porque él amaba la Metálica. “Cálmese, ¿quiere ver cómo quedaron?” me dijo, mientras me abrazaba y me llevaba hasta la pieza. Cuando entre no podía creer lo que estaba viendo, todos mis afiches y fotos, estaban rayados simulando cortadas, heridas y ojos morados; y él en una esquina de su cama, muerto de la risa; y con una mirada endemoniada me le tire encima, pero la risa de mi mamá y la de él, me contagiaron. “Lagaña usted está muy grande para poner esas maricadas en la pieza” me dice, pues tenía 13 años, pero cabe aclarar que él tenía más de 20 y hasta con una hija.
El apodo de lagaña, me lo gane cuando tenía como dos años, porque era alérgica al perro que teníamos, y todos los días me levantaba con los ojos pegados. Siempre ha sido un experto en apodos. Son pocas las veces que me ha dicho mi nombre, pero eso me encanta, nunca me ha molestado que me pongan apodos, creo que el bulling, que me hizo y me hace Juan, me hace fuerte y ver la vida de otra manera. Quince, es el más sonado, se debe a que siempre quise una fiesta de 15 y no se pudo, principiante, porque nunca me crecieron los senos. Cuerpo de sirena, por flaca. Culo de perro, por nalgona. Son muchos pero estos son los que más recuerdo.
Cuando era pequeña, algunas veces me dejaban con él en las noches y como era tan chinche, me daba un poco de espuma de cerveza para que me quedara dormida; pero mis recuerdos a su lado son como después de los nueve años. Porque vivió lejos de nosotros en la costa y luego en Cali, pero después de la separación de mis padres, regreso a Medellín con Rubby que tenía en su vientre a Laura, mi avestruz favorita.
“Leidy, usted porque nunca cuenta nada del novio” me dice una compañera del colegio, estábamos en once y siempre escuchaba sus súper historias de moteles, novios, motos etc. Y callada porque lo más cercano que tenía a un novio era el bombón con el que fingía besarme. Y fue en ese momento donde tuve la gran idea de decir que tenía novio, “Dígale que venga por usted, que lo queremos conocer” me contesto mi compañera. Dios mío, en que me había metido, pero un bobo cariado mata la mamá, como se dice. No podía pedirle el favor a ninguno de mis primos, porque a todos los conocían, porque siempre salía con ellos. Ah, pero no conocían a mi hermano, y pues… “Juan, me va hacer un favor muy muy muy grande, no me vaya a decir que no por favor, le pago” le dije, casi arrodillada. “Dígame que quiere, principiante”, me contesto, mientras pasaba el tv. “le va a decir a su amigo, que le preste la moto y me va a recoger mañana al colegio” “deje la pereza, y vengase a pie” me contesto… con voz de rogada “Juan, por fa, le doy los dos mil del algo y lo de la alcancía que hay como 15 mil” se rio y me dijo “vamos a ver”. Tenía todo calculado.
Al día siguiente “muchachas no creo que hoy venga por mí, porque peleamos, pero se los muestro después”. Sonó el timbre y me palpitaba el corazón más de lo normal, cuando abren la puerta del colegio, ahí estaba en la ninja verde, todo un papasote y no falto la grilla “no me diga que ese es su novio, Leidy, está muy grande pero que cosota, divino, cuando lo eche me lo presta” y empecé a inflar pecho, como toda buena grilla me subí en esa moto y salimos a toda. Esto paso por lo menos una semana, creía que todo estaba bajo control.
“Leidy usted porque no le da picos a esa cosota, ¿de dónde lo saco?, que pereza ustedes no salen por acá” eran las preguntas frecuentes de las compañeras del colegio, “Leidy, diga la verdad” me decía mi nana, porque ella si sabía quién era, porque por esa época estaba viviendo conmigo. Ah, pero yo estaba feliz, porque ya encajaba en las niñas del salón que tenían novio y demás; pura caspa. “Leidy, no le cero que ese sea su novio… uno a un novio no lo trata tan así, hay que darle besos, abrazarlo mostrarlo y que todas las viejas de este colegio se den cuenta que es su macho” me dijo, la compañera que insistía tanto que era una cosota. No podía quedar mal, tenía que inventarme algo. Ese día, Juan estaba afuera, en la ninja verde, me despedí, y llegue hasta donde Juan “Pa, hágame el favor y me da una palmada en el culo” le dije. “Juan me miro con una cara de odio, y me dijo “Como se le ocurre” “Juan, por fa le explico en la casa, pero ayúdeme”, y lo hizo.
Llegamos a la casa, “Lagaña, que le pasa” me dijo, “Juan es que dije que usted era mi novio, porque todas tenían menos yo” cuando termine de decirle, se tiro al suelo y se rio, cuando se calmó me dijo “no sea boba, usted no tiene por qué ser como ellas, usted va a tener novio cuando quiera, no haga lo que ellas quieren, tenga autoridad y no le de pena de ser lo que es; además me está quitando la oportunidad de conocerlas, que están como buenas, hágame el favor y les dice la verdad, porque no voy a seguir con el juego” se me había caído todo; fácil les decía que había terminado y ya. Al menos eso pensaba.

“Leidy podemos ir a su casa para que nos explique matemáticas” les conteste que sí, las que iban para mi casa no eran mis amigas, pero eran por las que había armado la mentira. En mi casa después del colegio, explicando matemáticas a tres compañeras, “Leidy ese no es su novio?”. Cuando volteo la cara, estaba juan en bóxer en la cocina, desde la sala lo podíamos ver; todas me miraban. Y empezaron las preguntas “¿Su mamá, la deja estar con él en la casa?, ¿acabaron de tener relaciones que él está en bóxer?, tiene mucha confianza para que ande así”, en ese instante, solo mire a nana y recuerdo que me alzo la ceja, como diciéndome se le cayó la mentira. Escuche la risa burlona que siempre lo ha caracterizado y la que me encanta, porque me hace saber que está feliz. Y a lo lejos la voz de mi mamá “Leidy Johana, venga hágame el favor” Leidy Johana, hp estaba en problemas grandes. “Señora” llegue y conteste. Me dijo mirándome a los ojos, “O les dice usted que Juan es su hermano o les digo” mucho sapo pensé, y se fue retirando riéndose. Cuando Salí a la mesa donde estábamos estudiando, les dije “Muchachas les tengo que contar, que Juan no es mi novio, es mi hermano”. “Leidy, venga por los sanduches” escuche a mi mamá. Pura estrategia para que no me hicieran preguntas. Cuando regrese con los sanduches, solo me miraron se reían. “Parce usted si es boba, no tenía que decir mentiras, usted apenas tiene 15 años y le falta mucho por vivir, pero le puede decir a su hermano que saludes mías” solo pensé muchas grillas. Y de ahí me volví el cupido entre mi hermano y las compañeras del colegio, llevaba razones, cartas y dulces, cobraba y me comía la mitad de los regalos. Cabe aclarar que mi hermano estaba soltero.
Un par de veces me le hice la muerta a Juan, para ver su reacción; una vez fue escalando, me caí de un barranco y quede en el suelo, con los ojos cerrados, él se tiro, me abrazo y empezó a hablarme, a decirme que no me muriera y que me quería, y ahí estaba inmóvil, para ver su reacción, y cuando me abrazo lo más fuerte que pudo, solté la risa, me miro, suspiro y me metió un calbazo, esa fue su forma de decirme, Gracias a Dios estas viva; y así son miles de historias las que tengo a su lado, unas más que se olvidan con el paso del tiempo; pero hoy quería escribir sobre él para decirle GRACIAS; por ser mi hermano, por ahuyentar a los que con malas intenciones, llegaban a mí, por enseñarme que eran las píldoras anticonceptivas y reglarme en forma de burla, condones. Por el regalo más lindo, mis sobrinos, los que amo con el alma, por contagiarme de su sonrisa, por sentirme protegida cada que estoy a su lado, por abrazarme y burlarse de mi cuando lloraba por un niño, por hacerme madurar, por las despertadas para ir al colegio… “Lagaña, corra corra… temblor, temblor” me gritaba, mientras me sacudía la cama y me paraba desorientada, y lo primero que veía era su sonrisa. Y aunque todo no era color de rosa, solo quiero recordar los buenos momentos a su lado, y recordarle que soy su hermana por encima de lo que pase, que siempre puede contar conmigo.
También ofrecerles disculpas por mi malgenio, por haberle dicho o hecho cosas que en su momento le pudieron doler, por haberme alejado un poco y haber perdido la oportunidad de abrazarlo, recordarle lo mucho que lo amo, admirar su sonrisa, que por cierto es lo más hermoso que tiene; y agradecerle inmensamente a Dios porque aun esta con nosotros y puedo abrazarlo, y decirle lo mucho que admiro su lealtad, su firmeza y que quiero que mis hijos aprendan sobre la humildad y nobleza, a su lado. Te amo Juan Carlos.

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