No quisiera volver a vivirlo
- Leidy Ruiz
- 24 abr 2018
- 8 Min. de lectura
Pablo, ¿cómo te fue?; bien má… Muévete que papá ya viene por nosotros y nos debemos de ir.
Ese día entramos apurados a la habitación de Pablo, comencé a sacar la ropa del closet para que se cambiara y de repente… sonó un estruendo de vidrios rotos, en un instante a pocos metros. Joaquín Estaba lleno de sangre en su rostro, Emilio pasmado en la puerta, y Pablo en la cama brincando, gritando con un llanto desesperado. Joaquín había atravesado el ventanal del cuarto de Pablo.

Siempre había temido que pasara un accidente, porque no me gusta la sangre; pero sucedió y no me quedo más remedio que reaccionar, agarre a Joaquín, identifique donde era la herida y su labio superior estaba partido en dos, recordé que la tía de David, vive en el segundo piso y además es enfermera; grite como nunca lo he hecho… “Ayuda, por favor… tía… ayúdenme”; en cuestión de segundos la tía estaba con nosotros, miro a Joaquín, me paso un Scott y me dijo hágale presión. Mientras trataba de controlarme, la tía en su sabiduría, abrazo a Pablo, mientras él gritaba, “Mi hermano noooooo… se va a morir… porque no fui yo”. Desde lejos vi que la tia, le susurró al oído, debió haber sido algunas palabras mágicas, porque Pablo aunque seguía intranquilo, se calmó.
Ese día la tía Marina, fue mi primer ángel. En un momento logro, calmar a Pablo, y organizo todo para que estuviera tranquila, y grito “Pao, hay que llevar a Leidy a Urgencias, váyase tranquila que me quedo con los niños”; mientras organice la maleta y los papales, Pao, estaba montada en el carro, quizás un poco más asustada que yo, pero con una valentía enorme, para calmarme, hablarme y alentarme a que todo estaría bien.

Nunca había entrado a unas urgencias tan rápido, a Pao mi segundo ángel, solo le faltó entrar el carro al consultorio, todos los que estaban en la sala de espera me miraban como asustados, me recibió un doctor “¿Qué le paso?” “se cortó con un vidrio” respondí, me contesto “Se cortó o lo corto”… lo mire, y me dijo “Quítele esa servilleta y póngale gasas, nosotros estamos entregando turno… tiene que esperar”. Sin embargo, no todos eran así… había un tercer ángel esperándome, una señora vestida de enfermera antigua, de esas que tienen vestido y delantal, me miro “tranquila mamá, mira esta gasita y vamos a limpiarnos, porque la sangre es escandalosa”, leí su placa y decía voluntaria… estuvo conmigo alrededor de diez minutos, limpiándonos, tranquilizándonos, hablando de otra cosa, que no fuera la boca de Joaquín, sin embargo fui consiente de ese olor tan peculiar de la sangre, veía como el labio del niño se movía en diferentes direcciones, aunque trataba de respirar y clamarme, quería volver a gritar de la impotencia de ver a mi hijo, bañarse en sangre una y otra vez; creo que tal era mi desespero, que la voluntaria me dijo “ya vengo”.
Vi como hablaba con una doctora, mientras se acercaban, escuchaba “¿Cómo es esto posible?, es un bebe y está botando mucha sangre… mamá venga lo reviso”. Mientras le quitaba la gasa, y logro ver la herida, apretó los ojos, respiro, me miro “Mamá, esto requiere cirugía plástica es una lección muy grande, y tenemos que remitirlo” “Esta bien”, conteste.
“Mamá, ¿usted tiene la posibilidad de irse para otra parte?, una remisión es muy lenta y el niño requiere atención urgente esas heridas son muy propensas a bacterias y demás” me dice la voluntaria, mi respuesta fue inmediata “Si”. “Vaya hable con la doctora” me dijo.
“Doctora, si me voy para Las Vegas, ¿me ayudaran más rápido?” Dije. “Mamá la verdad, sí… porque acá no tenemos los recursos, pero te vas por tus propios medios, no podemos brindarte el servicio de ambulancia y demás; y por favor antes de retirarte debes firmar un documento” “Esta bien” conteste. “mamá, pero antes que le hagan curación para que no se vaya así, y se lo tapen”.
Joaquín Restrepo, se escuchó a lo lejos; era la enfermera, ya lista para la curación; “Mamá téngalo duro que de pronto le duele” inicio quitándole las gasas sucias, tuvo la misma reacción de la doctora apretar los ojos y suspirar, agrego a la gasa solución salina y limpio la herida e inicio a ponerle micropore al menos para que cerrara y no se viera tan lastimoso. Fui sintiendo un mareo, agotamiento en todo el cuerpo, una enfermera ya estaba detrás de mí, sabía que iba a caer como un pollo, me recibieron el niño; me brindaron un vaso con agua y una mota de algodón con alcohol. Cuando me estabilice, di las gracias, firme y salí, del hospital Manuel Uribe.
Pao, aun me estaba esperando al borde del cañón, para lo que llegara a necesitar. “¿Qué Paso?” me dijo… “debo de ir a la clínica las Vegas” conteste. “Te llevo”. Mientras estábamos en el carro, todos un poco más calmados, Pao llamo a David, a la tía y dio reporte de lo que sucedía, quedo con David que llegaba a Las Vegas; porque debía de recoger a Lorenzo al colegio.
De nuevo las mismas preguntas, las mismas respuestas en triage, me ingresaron inmediatamente donde la doctora, me dice lo mismo que es de cirugía reconstructiva y se debe esperar porque no cuentan con cuidados intensivo de neonatos. De nuevo a esperar, durante mi estadía en urgencias le realizaron tres curaciones, Joaquín nunca se quejó de dolor solo de hambre, pero no podía comer porque quizás salía cirugía de urgencia; pero no fue así. Ya habían pasado seis horas desde el accidente. “Ya tenemos respuesta, mañana le realizan cirugía al bebe a las 12 del día en la clínica Sagrado Corazón, por favor se presentan con el niño en ayunas” “Doctora, ¿hasta mañana?” “Si solo hay ese cirujano disponible y los atiende mañana” “Doctora, ¿y nos vamos con eso así?” “Si mamá mañana se presenta, que les vaya bien” se desmorono mi corazón.

Al conocer la situación, Rubby el cuarto ángel de ese día me llama “Leidy, no le dé nada de comer que posiblemente le realizan la cirugía ahora” “Ruby ya le dimos una malta porque estaba muriendo de hambre” Rubby: “Ah, bueno en todo caso nos va a atender una cirujana en Las Vegas, ya salgo para allá”. Mire a mi esposo y le dije “Amor entre usted con Rubby, porque no soy capaz de volver a ver esa herida”. Paso alrededor de una hora, me suena el teléfono “Amor mañana operan al niño a las siete de la mañana, no lo operan ya, porque se tomó la malta”. Respire Gracias Dios, todo empezaba a aclararse.
“Hola, Doña Cielo, ¿Cómo están mis hijos?” al otro lado del teléfono “no se preocupe por los que están acá, que están muy bien” me dijo, “Doña Cielo, mañana operan al niño a las siete” “Entonces ya le hago sopita para que coma algo el niño”. Me suena la otra línea, era David “Amor Lo siento, mañana no pueden operar al niño, porque el anestesiólogo, dice que no opera al niño acá porque le faltan tres meses para tener dos años, y no hay UCI para niños, debemos ir a las 12 a la clínica, como lo teníamos planeado” llore de nuevo.
24 horas desde el accidente y 16 horas de ayuno… Estábamos en la sala de espera de la Clínica el Sagrado Corazón, desesperados porque Joaquín, agarraba la mano del Papá, del abuelo Jorge y la mía, para llevarnos a las maquinitas para que le sacáramos algo de comer, era muy triste ver su carita de frustración mirando las máquinas dispensadoras. A la una de la tarde, llega el doctor, ingreso con él, realiza las respectivas preguntas, me dice “Listo nos vemos mañana a las nueve para realizar la cirugía” “¿QUÉ?” “Si mamá, hay dos opciones la primera cocerlo a la fuerza y que nos quede feo, con una anestesia local que le va a doler, o la segunda que se presente mañana” esta vez no conteste, Cogí mi muchacho lo abrace y Salí llorando, las enfermeras y el doctor se quedaron mirándome. Cuando ingrese a la sala de espera donde estaba mi esposo y mi papá, me solté a llorar, entregue el niño a mi esposo y le dije “Vaya usted”. Al minuto estaba la trabajadora social, dándome razones por las cuales no podían realizarle la cirugía a Joaquín, pero en mi ofuscación no quería escucharla, quería que se fuera y me dejara sola, pero ella insista en dame las razones.
A la media hora sale David con Joaquín “vámonos mañana volvemos” y nos explica, que hubo un error de comunicación y que el doctor nunca dijo que le realizaría la cirugía ese día, antes de cualquier cirugía el doctor debe revisar el paciente, es verdad pero nunca nos explicaron, fueron 16 horas de hambre de mi niño. En medio del desespero llamamos a todas las personas que posiblemente nos podían ayudar “Leidy, no le vaya a dar nada de comer todavía que estamos, moviendo todo lo que sabemos y conocemos”. Sin embargo ya no eran 16 horas de ayuno, eran 17 horas y media, estábamos sentados en las escalas de la clínica con la moral en el suelo.
Joaquín, se estaba quedando dormido, sentí su reparación lenta, toque sus manos y estaban heladas, mire su cara y estaba pálida, “Amor, al niño le pasa algo” dije, David me contesto “Leidy no es justo con el niño eso es hambre, se nos va es a morir pero de hambre” “Ya esperemos hasta mañana, venga almorcemos” dice mi papá. Después de 18 horas en ayuno, Joaquín se comió una sopa como nunca, hasta que se le cayó la gasa que tapaba su herida y recordé lo impresionante que era. Llegamos donde mi mamá, mis primas le realizaron de nuevo la curación y cando ingrese al cuarto, las vi llorando; para ese entonces ya no tenía lágrimas. Mis primas, se asustaron por la gravedad del accidente, lo cargaron toda la tarde por miedo a que se lastimara.

44 horas desde el accidente… “Mamá, tranquila que hoy si le realizamos la cirugía y vamos a dejarlo muy bonito” me dice el cirujano. Ingresa la anestesióloga y dice “Mamá el niño tiene un poco de mocos y debe de firmar un papel, porque puede morirse” pensé es de verdad lo que me está diciendo, firme. Vestimos al bebe y me dejaron ingresar al quirófano hasta que quedara dormido. Suena el teléfono del quirófano, contesta la enfermera, queda en silencio un rato dice “Doctor necesitan el quirófano de urgencia, hay una materna para cesárea” a lo que agrega la anestesióloga, “Doctor, además esta cirugía no se debe realizar porque él bebe tiene mocos”… mire el doctor, con la mirada perdida, se me acerca y me dice “tranquila mamá, esta cirugía la hacemos ya, enfermera dile a la jefe, que este quirófano lo reserve desde ayer, que utilice otro, este bebe lleva dos días esperando la cirugía y es de urgencia es una reconstrucción… se acerca a la anestesióloga y le dice “usted este tranquila que los mocos son en la nariz, no en los pulmones no hay ningún problema, iniciamos por favor” ese día fue mi ángel.
“Mamá despídete, dele la bendición que ya quedo dormidito, espera afuera por favor” me dice la enfermera. A la hora y media, de nuevo me llaman…ingreso y Joaquín aún estaba entubado, una imagen muy fuerte para mí, aún no había despertado. “Mamá nos fue muy bien, todo salió a la perfección, debes de esperar que despierte para que se vayan a casita” me dice la enfermera. Fue muy duro ver como despertaba, cuando le quitaron ese tubo, cuando tocio y sangro. Gracias a Dios a Joaquín nunca le dolió, pero si le quedo una cicatriz grande en su rostro y a nosotros una historia más para contar.

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