top of page

“Mamá, no te quiero desde los cuatro”

  • Leidy Ruiz
  • 7 mar 2018
  • 7 Min. de lectura


“Ma, usted se montaba siempre acá arriba de la chiva”… “Si, Pablo esto era un parche para nosotros, y disfrutábamos estar acá arriba, venir donde la tía luisa, era ser felices” “ah ma, que bueno a mí también me gusta mucho” y me abrazo. Ese día dimos una vuelta en la chiva él y yo, volví a sentir ese frío en mi cara, el susto que la chiva se volteara y nos fuéramos por esos barrancos, recordé cuando corríamos detrás de ella para colearnos y todas las veces que me caí y me lastimaba las piernas. Ese día también visitamos a mis amigas de infancia, me reí mucho y era increíble ver a Pablo jugar con los hijos, de Beatriz. Estaba feliz, porque Pablo disfrutaba de las cosas simples y bonitas de la vida.


Ese día fue un día especial con mi hijo mayor, nos escapamos un rato de la finca para montar en la chiva y disfrute con él, caminamos juntos, le conté historias de mi niñez, nos reímos, para mi había sido un momento satisfactorio. “Pablo, te diste cuenta que puedes hacer caso, que te puedes concentrar en lo que haces y que todo lo que quieres hacer lo haces bien”. Sube la cabeza, me mira y vuelve y la agacha.


Con Pablo últimamente hemos tenido que acudir donde especialistas para que nos ayuden con su concentración. La primera visita fue el año pasado con la psicopedagoga del colegio. Llegamos a la psicóloga de la EPS, porque en el colegio quedamos con el compromiso de llevarlo donde el neurólogo, pero por cuestiones de protocolos de las EPS, debemos de hacer todo el proceso con la psicóloga y ella es quien determina si lo remite o no.


La primera conclusión a la que llega la doctora, es que es la edad, a los cinco todo es complicado, “a esta edad los niños se concentran es en lo que a ellos de verdad les gusta” me dice la psicóloga de la EPS y me dice que cita en dos meses. A los dos meses muy cumplida volvemos, esta vez más preocupada, porque no solo Pablo no concentra, sino que pareciese que fuera sordo, y lo peor escucha me mira, y vuelve a lo que está haciendo. Ese día Pablo no quería ir, después de una conversación muy larga con la psicóloga, concluye “Pablo no tienes por qué hacerle caso a ningún niño, solo tus padres son tus maestros y tus líderes, nadie te puede obligar hacer cosas que no quieras así sea un simple juego, no creas cuando los demás te digan que no puedes y que no eres capaz, porque tú eres muy inteligente… Mamá, por favor muy pendiente de Pablo, que logre tomar sus decisiones, a trabajarle mucho es su seguridad, porque se está dejando manipular de los demás niños, y no muestra una seguridad en lo que quiere, por favor vamos hacer un calendario con caritas felices y tristes, vas a darle sanciones y premios, según la cantidad” Listo doc, conteste.


Ese día de terapia fue impactante la verdad, porque pensaba que Pablo era un niño seguro de lo que quería, pero con las historias que le contó a la doctora, realmente quede preocupada porque me di cuenta que lo que Pablo jugaba cuando estaba con otros niños, era lo que realmente al otro le gustaba. Llegamos a casa hicimos la cartelera, de premio pidió una cajita feliz de Macdonals, y empezó muy animado, empezamos en casa a que tomara decisiones simples y a demostrarle que él puede alcanzar todo lo que desee. Pero cuando estábamos finalizando las caritas de febrero… sorpresa.


Conteste “Aló”, la voz al otro lado “¿Leidy?” “Si señora”. “Buenos días, habla con Doris la profesora de Pablo, como esta” “Muy bien profe, ¿Paso algo?” solo podía imaginar que tenía que ir por él, porque se había abierto la cabeza “SI, mamá… Pablo no deja dar clases, esta semana la profesora de francés, educación física y yo hemos tenido que llamarle la atención, no se concentra y se para todo el tiempo a conversar. Necesito que saque una cita con Cristina la psicopedagoga del colegio” Cuando la profesora termino de hablarme, quede callada y mirando su cartelera, donde solo tenía en 26 días dos caritas tristes, “Si señora, ya mismo la pido”.

La cita me la dieron para el jueves primero de marzo, pero el martes no tenía clase, así que decidimos llevarle los juguetes y la ropa que ya no le quedaba a los niños de la vereda de la tía Luisa, ese martes demostró que sigue siendo el niño noble, sencillo y amoroso, que siempre ha sido, la verdad estaba tranquila, pero no todo fue maravilloso, ese día por primera vez sentí dolor de madre, ni siquiera pude sentir alguna emoción, mientras conducía hacia la casa, Pablo quería alcanzar la cámara que estaba en la parte delantera del carro, le dije “Pablo por favor no, porque estoy manejando y no te puedo prestar atención y ponerle cuidado para que no me la dañes”, Pablo sin pensarlo dos veces la cogió, frene, voltee y se la quite, “No logro entender porque no me puedes obedecer” Le dije, y me dio las más dura respuesta “Ma, no te quiero desde los cuatro años”. Respire mire por la ventana y continúe el camino. A llegar a casa hable con David mi esposo y a él le dice “Mi mamá me abandono”.


El jueves en cita del colegio, se llega a la conclusión “Papas si Pablo dice eso, es porque realmente lo siente, a la edad de cuatro a seis años a los niños les da algo que se llama el complejo de Edipo, y los mellizos llegan justo cuando empezaba el enamoramiento a la mamá, es como cuando te quitan tu plato de comida favorita sin ni siquiera termínalo, ¿Cómo te sentirías? Eso tiene Pablo… Mamá tienes dos meses para que lo vuelvas a enamorar, puedo apostar que no va a necesitar de neurologo, esta es la cauda por la que el niño no se concentra ”


“Pablo, mañana tienes una cita con la mujer que más te ama en la vida” le dije, la idea era salir solo con él, pasar el día juntos, “vamos a cine” con su respuesta pude entender que él sabía que yo lo amo. Conteste “Claro que sí, lo que tú quieras”. “Mami estoy muy emocionado mañana será el día de madre e hijo mayor”.


Al domingo en la mañana Pablo le dio muchas recomendaciones al papá de cómo cuidar a los mellizos, le hablo de cambiarles el pañal, de la comida, la emoción que tenía le salía a flor de piel. Por lo menos llevamos tres años que ninguno iba a cine. Ese domingo compartimos tiempo en cine, almorzamos juntos y estuvimos en los juegos; siempre me cogió de la mano, me dio más besos de lo normal y me abrazaba cada que tenía la oportunidad, me dijo una y mil veces que estaba feliz de tenerme solo para él. Cuando él estaba entretenido en algún juego, mis ojos sin poder evitarlo se llenaban de lágrimas y mi corazón se arrugaba, y me daba golpes de pecho sin poder entender en que momento, Pablo uno de mis tesoros más grandes, podía decir algo tan duro. Pero entendí que no fue mi culpa, porque en ese preciso momento llegaron a mi vida, dos tesoros más, por eso el pacto con mi esposo, él se encargaría de Pablo mientras yo estaba con los mellizos, y así fue durante todo este tiempo.


Muchas veces en la vida entendemos mal las prioridades, pensé que por ser dos bebes necesitaban más de mamá y admiro mucho la madurez con que Pablo acepto a sus hermanos, que lleguen dos de una vez a cambiarte la vida, es muy duro para un niño de cinco años, logre entender que mi prioridad son los tres, todos tan diferentes, y acepto que deje a un lado a Pablo, quizás pensé que porque ya se hacía su sanduche solo, estaba grande y no necesitaba tanto de mamá. La vida te da golpes a veces duros para que entiendas lo que no quieres ver… continuo levantando a Pablo todas las mañanas con besos como lo hago desde que es bebe, le preparo su comida preferida una vez a la semana, le sigo ayudando en las tareas, pero si ha cambiado un poco las cosas, cuando termina de hacer sus deberes, intento jugar con él, y aunque a veces Emilio y Joaquín no dejan, nos reímos, el me abraza y me dice “Ma, ayúdale a los mellizos, Yo espero” “Hijo, es tiempo contigo, porque quiero que entiendas que te amo con mi vida y que eres muy importante para mí” “Tranquila mami, lo haces bien” me responde. Han sido 20 meses que ha sentido mi ausencia, y no los puedo corregir en dos meses, sé que le falle un poco como madre, pero también sé que he hecho mi mayor esfuerzo. Aunque salga con él todos los días, sé que no llenare ese vacío, pero espero y ruego a Dios que nunca más lo vuelva a sentir.



El domingo después de pedirle perdón a Pablo, por lo que el sentía; pude sentir que también tengo vacíos, a veces por el corre del día nos olvidamos de nosotros mismos, de nuestros amigos, familiares, esposos, y quizás si estés con ellos en algunos momento, pero entendí que no es la cantidad es la calidad, el domingo la gente me miraba cuando lloraba mientras miraba a Pablo, me imagino todo lo que pensaban, y Pablo me dio una lección de vida muy grande, y es que por más grande que estés siempre, siempre vas a necesitar de tu mamá, como no lo había entendido, si yo la quisiera tener siempre conmigo, por compañía, amor, agradecimiento. También tenía el vacío de mi hijo mayor, ese que me enseñó a amar, sonreír, a ver el otro lado de la felicidad, ese que me enseño ser mama, el que estreno mi corazón. Espero con lo mucho o poco que pueda hacer para enamorarlo en lo que me resta de vida, nunca se le olvide que es mi sueño hecho realidad.


 
 
 

Comentarios


Mis  Garabatos
IMG_20210108_165858_1.jpg

Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

bottom of page