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Acepta; Necesitas Ayuda


Tomar la decisión de quedarme en casa con los niños, fue fácil; lo difícil es seguir pensando que puedo hacerlo todo bien. La verdad cuando nos dieron la noticia que serían dos, la emoción fue mucha, pero la preocupación económica fue más grande; doble en todo, pañales, ropa, comida, juguetes, estudio. Vemos primero los peros de las situaciones, antes de pensar en lo positivo; si, sería más duro dos, pero a cambio sería más amor, doble felicidad. Creemos que es más barato quedarme en la casa amando, que pagarle a alguien para que este con los tres, ordene la casa y le prepare de comer.


Cuando solo era Pablo, trabajaba como muchas mamas lo hacen; mi tía cuidaba de él muy bien; sin embargo fueron muchos momentos que perdí, y soy una fiel convencida que son más verracas las mamas que salen a diario a trabajar, a las que nos quedamos con ellos en casa. Lo digo, porque cuando viví esa experiencia tuve un trastorno de ansiedad, siempre me imaginaba que Pablo estaba mal sufría, lloraba y muchas veces pensé en su muerte; porque aunque estaba súper bien, mi mente y mi imaginación me hacían pensar todo lo contrario, no recuerdo bien cuantas veces pensé en su muerte, y eso no me dejaba estar tranquila. Estaba segura que estaba bien, pero sabía que necesitaba estar con él. Fueron momentos muy duros, recogerlo dormido, perderme sus risas, pero agradezco inmensamente la labor tan especial y hermosa que hizo mi tía.


Ahora que son tres, no sufro del trastorno, porque los tengo conmigo. Pero a veces en momentos críticos, quisiera salir corriendo a trabajar, descansar por un momento, tener una ducha de más de diez minutos, dormir sin interrupciones, dejar de gritar, de vivir a mil, porque hay que atenderlos a todos. Pero esto me ocurre muy poco, la verdad es que disfruto estar con ellos, y no perderme ninguna de sus travesuras, descubrimientos y experiencias, me hacen una mamá feliz. Sin embargo, me sentía cansada, me sentía agobiada, empecé con dolores, con mucho malgenio, y había una parte de ser de ama de casa, que tenía mucho orgullo y quería mantener todo perfecto. No tenía momentos para mí; no tenía momentos para ellos, porque aunque estas en casa, trabajas todo el día, desayunos, almuerzos, lavar ropa, extenderla, las camas no se hacen solas. Sí, estaba con ellos pero muchas veces solo de presencia, porque querían que los cargara pero estaba ocupada en la cocina, Pablo quería un abrazo, pero estaba cambiando pañales, siempre tenía algo que hacer para no entregarme totalmente y realmente, me sentía mal, pero mi parte de ama de casa, necesitaba ver todo perfecto, aunque viviera corriendo, e iniciara a las siete de la mañana y terminara a las diez de la noche, nunca veía todo arreglado, con tres niños en la casa es difícil.


Muchas veces las visitas, terminaban ayudándome, descansaba un poco, pero me sentía mal, porque lastimaban mi ego, pues sentía que como no trabajaba tenía la obligación de mantener todo perfecto, niños, casa, cocina, esposo y perro. Sentía que ese era mi contribución a mi hogar; pero estaba agotada, aburrida, eso me hacía pensar que no estaba bien quedarme en casa, que me estaba estancando, pensaba muchas estupideces.

David (Esposo): Leidy, quiero que venga alguien a ayudarte con la casa. Cuando termino, me dio un golpe al EGO, me dolió el alma; y empezó esta cabeza a pensar. Que habrá visto sucio, no lo estoy haciendo bien, este tan desagradecido, me sentí realmente como un culo, como si mi trabajo no lo valorara. Suspire y dije. Está bien; con ceja alzada. En realidad, David me había echo esta propuesta por mucho tiempo, siempre invente alguna excusa, para que no llegara esa persona; porque sentía que si podía con todo, pero en realidad no era cierto, cada días más cansancio y menos sonrisas.


La semana pasada, David se dio a la tarea de buscar la persona, me sentía engañada, me sentía inútil, me sentía mal, alguien venía a ocupar mi espacio, pero en la noche cuando me acosté sentí el ardor en la espalda, sentí las piernas hinchadas, cansancio. Malgenio, sentía hasta rabia. Pero al otro día, todo cambio. David: Leidy, de verdad necesitas ayuda; ¿porque no quieres aceptar ayuda? Esa pregunta, fue la que me hizo entender que el Ego, me estaba haciendo una mala jugada, que estaba perdiendo tiempo valioso por andar creyendo que era la más juiciosa y la gente dijera que verraca como tiene todo bonito, y se encarga de tres hijos… Pura Mierda; la gente no se fija en eso, somos humanos y siempre miramos lo malo, lo bueno se lo lleva el viento, ¿y que hacia pensado, en el que dirán?; esa no era yo. Me dio más rabia cuando descubrí, que en el fondo siempre tenemos que pensar en el que dirán, cuando en realidad ni importa, solo importa lo que piense tu familia, y la estaba descuidando por querer creerme perfecta.

Así que me llene de valor y dije: está bien llámela y que venga mañana. Hp llego el día, al principio muy duro, porque me daba como pena; pero ese día pude dormir abrazada de mis bebes, hasta las 10 de la mañana, cuando desperté los baños estaban limpios, el jardín arreglado, Jayco, el perro había desayunado, olía a limpio, prepare el desayuno sin interrupciones de la lavadora; y pude desayunar en la mesa con mis dos peques. Me dedique lo que quedaba de mañana a bañarlos, les pude echar crema sin afán, contar sus deditos, hacerlos reír, hubo abrazos, besos; se me fue quitando la pena. El almuerzo estuvo justo a tiempo para darles a los melloz y poder disfrutar de un almuerzo tranquilo con Pablo preguntándole por su día en el colegio. Ese día, fue perfecto sin mover un dedo, como toda una reina todo estaba limpio y en su lugar, pude hablar con Pablo, abrazar, cargar y besar a mis hijos, disfrutarlos, fue un día como el que imaginaba, cuando decía que me saldría de trabajar para disfrutar y estar con hijos.


Ahora, no veo la hora que sea martes, porque ese día es para mí y mis hijos. Entendí que no soy menos mamá y ama de casa, por permitir que alguien me ayude, por permitir que alguien haga por mí un día, lo que hago toda la semana. Pude comprender que los martes soy más mamá. Y en semana es mucho más fácil hacer la casa. Estoy más tranquila, menos estresada y menos malgeniada. Me queda más tiempo para mí, y los míos.

Muchas veces debemos bajar la cabeza y aceptar que nos equivocamos, esta vez me toca entender que por querer hacer todo bien, estaba descuidando lo más importante, mis hijos, porque siempre estaba con algo para hacer, les tocaba jugar solos, hasta Pablo aprendió hacer sanduches, porque siempre que quería uno estaba ocupada, aprendió a doblar ropa, para estar a mi lado, los bebes saben para que sirven las traperas, las escobas y los trapos, siempre que ven uno limpian el suelo o la pared. Me veían más en función de ama de casa, que de mamá, contradictorio porque soy feliz, porque soy mamá.


Los martes, puedo dormir abrazada de mis peques, puedo despachar a Pablo al colegio sin afanes, puedo hacer avioncitos con comida, tengo más abrazos, más besos, veo caricaturas con Pablo; ahora los martes serán mis días mágicos, porque seré la mamá más feliz porque puedo dedicarme a ellos cien por ciento, sin pensar, en lo que tengo que arreglar. Creo que me demore mucho para entender que si necesito ayuda.


Cuando alguien quiera ayudarme, de ahora en adelante, no lo dudare; pensaba que por ser mamá no me cansaba, pero entiendo que aunque hagamos de todo, una ayuda extra no nos cae mal, tenemos derecho de salir, reírnos, olvidarnos por un momento de que todo cae sobre nosotras, que aunque somos la columna de la familia, queremos dormir hasta tarde, no cocinar, no lavar, salir a tomar café, queremos comer caliente, o al menos sin interrupciones, y es posible cuando dejas a un lado el Ego y permites que te ayuden, todos necesitamos alguna vez alguna escapadita, por eso el domingo los niños se quedaran en la casa de los abuelos, porque saldré a dar una vuelta. Y no por eso voy a dejar de ser una buena madre; es más; llegare con más amor, porque seguro los voy a extrañar.



Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

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Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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