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Que pereza, tanto drama


No aguante más, me senté en posición fetal, albergándome a mí misma, abrazándome, quizás en ese momento eso era lo que necesitaba. Un abrazo. Antes de eso busque un lugar seguro para hacerlo, y obvio fue el baño; las mamas creemos que allí estamos solas por unos segundos; pero que equivocadas estamos.


Fue una semana muy difícil, bueno; la hice difícil. Buscándole pero a todo, que la casa, que los hijos, que quiero descanso, que no aguanto; una quejadera por todo. A veces creo que las mujeres, necesitamos estar mal. Obvio es un llamado a las personas que nos rodean, a un mimo, un abrazo o un te quiero. Las mamas nos sentimos solas a veces, la verdad las mamas también nos cansamos, nos aburrimos, lloramos y hacemos berrinche.


Todo comenzó, con la llamada de mi mamá, donde me contaba que posiblemente el cáncer de piel, que supuestamente era inofensivo, está en varias partes de su cuerpo. Mientras ella hablaba, tragaba saliva para que no se notara que estaba llorando, le dije “Má ahora la llamo, que le tengo que dar el almuerzo a los niños”, ni almuerzo había hecho. Era disculpa perfecta, para llorar inconsolable, porque sentí que mi mamá se podía morir; por supuesto todos vamos a morir, pero cuando tienes una enfermedad, tienes la posibilidad que sea antes de tiempo.


Luego, al recoger a Pablo en el colegio, la profe “Mamá, no te puedes llevar a Pablo, porque está hablando mucho en clase, es el payasito del salón”. “Profe, no me diga eso, ¿Pero hace las cosas?” dije, con un susto a que me contestara que no. “Sí, Pablo es muy inteligente, el parece que no prestara atención, pero cuando le preguntamos nos responde muy bien; lo que pasa es que habla mucho, distrae a los compañeros y solo quiere jugar”. “Profe, voy hablar con él, pero de verdad me lo tengo que llevar tenemos cita médica con los melloz”. “Mamá, que sea la última vez, por favor pide las citas en horas de la tarde, y cuando Pablo se pase de listo, la llamo para dejarlo en la jornada de la tarde también” “Listo, profe, Gracias”. “Pablo, ¿qué pasa?,” “Nada, Ma”… y comencé con la cantaleta respectiva que tenemos algunas mamas para estos casos; “Pablo, mira que solo tienes que estudiar, es tu única obligación, queremos un niño en casa obediente, agradecido y humilde, eres afortunado de tener la oportunidad de estar en este colegio….” Y así continúe más o menos, media hora, que es el recorrido de Envigado hasta Castilla.


“Buenas tardes, ya tienen disponibilidad de agenda con el doctor cardiovascular” le pregunte a la niña de servicios de la EPS. “Espérame confirmo…. No aun no, una cita con ese especialista es la más difícil, este viniendo, hasta que allá disponibilidad”… “nooooo”. Llevo un mes y medio detrás de esa cita, no la dan telefónicamente, debe ser personal. Otra pata que le nace al cojo; estos dolores en mis piernas cada vez son más fuertes, me canso más, no puedo agacharme y siento que ese tumorcito, crece más rápido que los bebes, otra excusa para estar como un titi.


Once de la noche y mi esposo, no se había reportado desde las dos de la tarde, que me dijo “voy para Marinilla, en la moto del caleño a las cinco, por ahí a las ocho, estoy en la casa”, y Pablo, “¿Mamá cuando llega papá?”. “Pablo, está en Marinilla, se fue en la moto del caleño pero ya llega” “Mamá y ¿si le paso algo?, ya está muy tarde” Empieza esta cabeza a inventarse películas, solo pensaba en que existía la posibilidad de un accidente; llamaba, no contestaba, le escribía, no le entraban. Por fin llego, “amor, ¿Qué le pasa?”, a esta pregunta algunas mujeres tenemos la peor respuesta “NADA”. Después de darle gracias a Dios que había llegado, le dije “David, es el colmo que usted no se digne a llamar a avisar que se demoraba”; ahora es cuando creo que esa fue la excusa perfecta para llamar su atención, pues, paso todo el día con dos bebes que no hablan y un niño de cinco años que solo quiere jugar; necesito atención de un adulto.



La verdad fue una semana normal, levantar a Pablo, despacharlo, atender los bebes, cocinar, arreglar, lavar, planchar, todo lo que hace una ama de casa. Pero empecé a verlo como lo peor, a sentir que no estaba a gusto con mi vida; quería salir corriendo, sentía que no podía, empecé a buscarle pero a todo; no me aguantaba yo misma, un genio que de verdad, hoy miro atrás y me da hasta pena, sobre todo con los niños. Pero el sábado, después de una mañana muy dura, porque nada salió bien. Me encerré en el baño, decidida a llorar inconsolable porque nada había salido como quería; respire, suspire, llore y cuando me calme, cogí el celular para mirar facebook, seguía encerrada, y vi amigos en paseos, y me entro la envidia. Iba de nuevo a cuestionar mi vida. Cuando unas pequeñas manitos se asoman por la puerta, abren y ahí estaban; la razón de mi existir. Solo pude reírme a carcajadas y entendí que el baño no es un buen lugar para escapar.


Entonces decidí tomar otra actitud, frente a la vida, es normal que la tristeza a veces llegue a nuestras vidas, que nos cuestionemos de lo que hacemos o dejamos de hacer; Pero es mi verdad y fue mi decisión de vida, ser lo que soy; tener hijos, un hogar y formar una familia. Dejar mi trabajo, por convertirme en ama de casa; la verdad podría jurar que es más fácil, ir a laboral, que quedarse en casa, desde afuera se ve más fácil todo.


Fue mi decisión despertarme todas mis mañanas al lado del hombre que amo, fue mi decisión enseñarles a mis hijos sobre el amor, fue mi decisión estar en la casa más bonita del mundo; fue mi decisión recoger un perro de la calle, que me hace compañía día y noche, fue mi decisión ser feliz. Fue mi decisión cambiar pañales, recoger muñecos, sonreír mil veces o más al día, fue mi decisión enseñar los números y las letras, enseñar a pintar sin salirse de la raya; todo lo que soy, fue por la decisión de creer en el amor, en la felicidad y en un hogar. Fue mi decisión luchar por una familia. Ahora, que sé que mi mejor medicina, mi antidepresivo es una sonrisa inocente de mis hijos, luchare a diario para que no se borre.

Me pare del suelo donde estaba, y Salí de mi casa, quería estar a solas con el motor de mi vida. Cuando estaba en una manga, me di cuenta que soy una dramática, que vemos las cosas a conveniencia; que cada quien lucha su propio infierno y disfruta de su cielo. Cuando los veía correr, brincar, reír, me di cuenta que aunque hay miles de problemas, es la actitud con la que los afrontamos.


Si tienes miedo de perder a alguien; amalo ahora, demuestra que lo amas, que si tu esposo no te escribe, ni te llama, hazlo tú, que si tu hijo habla en clase y es el payaso, explótale su creatividad, que la casa esta desarreglada, después habrá tiempo. Que hay juguetes por todos lados, eso quiere decir que tus hijos se divierten. Que estas triste, recuerda lo afortunada que eres, que muchas personas en el mundo, desearían tener solo una cosa de lo mucho que tienes, un hogar, comida, un esposo, hijos, tranquilidad. Entendí que ya soy muy afortunada, y que lo que me paso la semana pasada, me debió pasar para entender que es mi decisión lo que soy ahora, y debo de asumirlo con fe, amor, responsabilidad, respeto; para así continuar, siendo feliz. Y tenemos derecho a cuestionarnos, pero no tanto… no nos podemos dar tanto palo.


Cuando estaba en la manga, Pablo se me acerca y me dice “Mami, te ves más bonita riéndote y jugando con nosotros”, volví a llorar. Y ahí fue donde me pregunte: ¿Cómo quiero que me recuerden mis hijos, cuando no este?; una mamá frágil, inconforme, triste, aburrida. O una madre que asume con valentía y amor, que tiene el mejor préstamo que Dios puede hacer, los hijos. Creo que optare por la segunda, quiero que mis hijos vean siempre una mamá feliz. Deseo que mis hijos, me recuerden como recuerdo a mi madre, Valiente, fuerte, leal, honesta y noble. No la recuerdo siendo tan feliz, pero es el mejor ejemplo que puedo seguir para ser una buena mamá.



Así, que cuando estés pasando por un mal momento, recuerda que no siempre son suficientes abrazos, besos o te quieros, que nunca son muchas fotos, que siempre habrá tiempo, para lo demás, pero nunca habrá más tiempo para estar con los que amas, que el celular puede esperar, la compañía de tu hijo no, que las manitos que hoy soban tu rostro, muy pronto serán manos adultas, que el reloj avanza y tu tiempo se va acabando, así que comparte, ama, sueña, ríe, perdona y por favor dejemos tanta quejadera y comencemos a ser más agradecidos. Dejemos tanto drama.



Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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