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La felicidad, tiene mirada de amor

  • Leidy Ruiz
  • 11 ago 2017
  • 3 Min. de lectura

Muchas veces sentimos que durante toda nuestra vida, hemos sido felices; que no hace falta nada y que estamos bien, con lo poco o mucho que tenemos. Sin embargo, cuando miras la prueba y ves dos rayitas y el mundo te da vueltas, el corazón se acelera, y por segundos no entiendes que pasa; inicia la felicidad real.


Todos sentimos y vemos la felicidad de diferentes maneras, pero me atrevo a decir que quien tiene un hijo, descubrió que existía una parte que no conocía de su corazón, de su alma y del mundo. Descubrí, ese sentimiento que es inexplicable, en el baño de la universidad CES, mientras asistía a un diplomado, Salí llorando y no entendía porque lloraba, porque estaba muy feliz; creo que todas las mamas hemos llorado con la prueba en la mano, porque entendemos que a partir de ese momento, la vida cambia, y que eres responsable de una personita que llegara a cambiar tu mundo.


Recuerdo como me temblaban las piernas; fui consciente de las palpitaciones de mi corazón, de las veces que respire, inclusive sentí mariposas en la panza. Maneje hasta casa, y sin preámbulos le dije a mi futuro esposo y compañero de vida, que abriera el sobre donde estaba la prueba; la miro, me miro, me abrazo tan fuerte, que rompimos en llanto.


Después de la espera más larga, 41 semanas para ser exactos; nació nuestro primer garabato, la alegría, la luz de la casa, la nobleza. Cuando miras, unos ojos llenos de amor mientras amamantas, descubres que el mundo es de colores, y que nada volverá hacer como antes. Después de sentir el corazón desbordado de amor, de sentir miedo, frustraciones, angustias, descubres lo más fuerte y tierno de ti. Y sientes que el amor es tan grande, que nada podrá superarlo, igualarlo o cambiarlo.


A lo cuatro años de descubrir ese sentimiento, vuelven dos rayitas a la prueba, esta vez en el baño de la tía, Salí pálida, asustada; muy asustada. Aunque ambos embarazos fueron buscados, no entiendo esa mezcla de sentimientos que se apoderan, cuando miras la prueba. Abrace a Pablo, llore y pensé en ese momento, si lo amaría igual. Llegue a casa, entregue la prueba a mi esposo David, la miro, me miro, me abrazo fuerte y lloramos. Sin embargo la angustia, se apoderaría muy rápido de nosotros, un sangrado inexplicable, te hace temer. El medico solo me miro y me dijo: “mamá, este prepara para cualquier cosa”, mire a mi esposo y a mi hijo que estaban en la parte baja de la camilla, el doctor Jorge García, inicio con la ecografía, sonrió un poco y me dijo: “mamá estas súper embarazada, son dos y los dos corazones estas latiendo”. Pasaron dos segundos y empecé a reír, esta vez no llore, pero mi esposo si lo hizo. Llegaron las recomendaciones, los cuidados, los medicamentos y por supuesto, las dudas. Aunque fueron dos embarazos, fueron totalmente diferentes, ambos los disfrute, ame y goce.


Solo fueron 35 semanas de espera, una cesárea y dos bebes, Garabato dos, Emilio y Garabato tres, Joaquín, un mes de cargarlos desnudos y alimentarlos de amor, para que crecieran sanos y fuertes, mucha ayuda, tres mamas canguro y una familia incondicional, fue demasiada ayuda, muchos pañales, muchos teteros, horas enteras sin dormir, dolor insoportable en el vientre, pero de nuevo descubres los ojos del amor, y por fin entiendes que el corazón es tan grande que hay un lugar especial para cada hijo, sumas y multiplicas amor, pero jamás lo divides.


Hoy son tres garabatos, creados por David y Leidy, cada uno tan diferente pero tan iguales, cada uno habita un lugar especial en nuestros corazones, cada uno proyecta amor, recibe amor; son amores diferentes, porque cada uno tiene necesidades diferentes.

Cuando me siento a tomar un café y simplemente los observo, reafirmo mi amor por Dios, porque nos presto tres ángeles, para ser nuestra guía y nuestra vida, y sobretodo mis guardaespaldas esos que hacen de todo para que mamá no se sienta triste, tenga fuerzas de levantarse en las noches, y recordarme con esa mirada que somos eternamente felices, y que la felicidad más grande es poder verlos crecer. Cada que me miran reafirmo que la felicidad tiene mirada de amor.



 
 
 

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Mis  Garabatos
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Tres hombres, tres seres únicos e irrepetibles. Cada uno con una personalidad arrolladora.

Cuando teníamos solo a Pablo, creíamos que no podríamos amar igual, pero con la llegada de otros dos, entendimos que el amor sigue intacto por él.

Que Emilio y Joaquín; también tienen un lugar privilegiado en nuestros corazones, y que el amor es tan grande que se puede mil veces multiplicar, sumar, pero nunca dividir.

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