Una Visita, inusual
- Leidy Ruiz
- 10 ago 2017
- 2 Min. de lectura

Después de salir de la clínica Sagrado Corazón, con el alma tranquila; porque Pablo, mi hijo mayor, no necesitaría más cirugías en sus oídos. Recordé que en la iglesia esa, que está al lado; están las cenizas de mi amiga Pily, que preciso este mes, cumple cuatro años.
Le pedí a mi esposo y a mi hijo, que me acompañaran, hacer la visita más inusual del mundo; no hubo café, ni risas, ni chismes, ni historias. Solo hubo un silencio aterrador. Esta vez la visite a través de una puerta, porque esos osarios solo los abren los domingos.
Con el corazón lleno de recuerdos, grite en silencio, para que ella me escuchara; sé que no está, ahí, pero tengo la costumbre de hablarle a los muertos. Le dije lo mucho que la extrañaba, lo mucho que la recuerdo, le recordé las noches de carcajadas, cuando nos tapábamos la boca, para que su abuela al otro lado del cuarto, no nos escuchara; cuando cantaba y le hacia el coro, y me miraba, alzaba una ceja y me decía: “usted si es muy desafinada, no cante… Lady; Cállese”; sin embargo, yo seguía haciendo el coro; porque lo importante era siempre terminar bailando como locas; las tardes de chisme en la casa de su tía Gloria, del amor tan grande que le tenía a su sobrina Juanita, también le hable del despecho que vivió por Santiago Baena, el cual me lo aguante todo; cuando terminamos en Copacabana tomando cerveza, como olvidar las fiestas de La Ceja, son tantos recuerdos y tantos momentos vividos, que solo me queda darte infinitas gracias, porque al recordarte solo tengo buenas historias; Gracias por enseñarme el otro lado de la Ciudad; el sur.
También le susurre un poco de mi vida, le conté que aún sigo casada con David, que tenemos tres hombrecitos, que no logre tener la niña, Gabriela; Que vivo en Envigado, que cada que paso por Guadalcanal, recuerdo las tardes en Tulia Beatriz Boutique, donde me decía: “Lady péinese, arréglese, maquíllese un poquito; que pereza usted, siempre tan tirada” Quizás por eso no tuve niñas.
Gracias, infinitas Gracias por haber pasado por mi vida. Me dejaste una de las mejores enseñanzas “Lady coma con ganas, porque no sabemos cuándo volvamos a comer”; le doy infinitas gracias a Dios, porque son muchas historias que le he contado a mi esposo y a mi Pablo, de nosotras dos. Quiero que sepas que tu recuerdo sigue en mí, y que han sido cuatro años de recuerdos, a veces de lágrimas, pero sobretodo de agradecimiento por lo vivido a tu lado.
Un abrazo María Del Pilar Tobón Arango. Infinitas Gracias por tu sonrisa.

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